miércoles, 21 de diciembre de 2011

Desplome


Caigo sobre mí mismo,
en un abismo de mí.
Bultos de mí se desploman,
muros de mí que me aplastan
definitivos y estrepitosos.
Caigo sobre mis restos,
sobre mi hollada ceniza,
con lentitud negra,
desmoronado por el vértigo.
Desplomándome con majestuosidad pasajera,
con silencio rígido 
de varón amaestrado
para levantarse.

martes, 20 de diciembre de 2011

Cartilla Sextina 5



Sextina de los sentidos

Olfato, oído, vista, tacto, gusto:
¿listos por fin para el arribo de Ella?
El eco de su andar muy cerca se oye
y el aire austral a su cabello huele.
Hagan la recepción con mucho tacto,
a solas, sin testigos a la vista.

De entrada, no me importa cómo vista,
sin duda imperará su fino gusto,
con prendas elocuentes para el tacto
y el superior estilo que hay en Ella,
sin olvidar su piel que a piña huele
con una intensidad que casi se oye.

Hasta su parpadear con eco se oye,
y su aroma al alcance de mi vista
parece conducir a quien lo huele
a la rara noción de estar a gusto.
Mis ojos arderán en frente de Ella
por el frutal idioma de su tacto.

Esencias dactilares gana el tacto,
ya palpa la mirada mientras oye
cómo se va acercando el sol con Ella:
espejismo aromático a la vista,
cicatriz que a su imagen tiene gusto:
riéndose del Amor y a lo que huele.

Mi sinrazón detiene al tiempo. Huele
a festín de huecos para el tacto.
Tengo encías de miel por darle gusto,
mis pálpitos la orientan, sé que me oye
por una transparencia a leguas vista:
un séquito de aromas va tras Ella.

La nigromanta de mis manos: Ella.
Contengo su fragancia ronca, huele
a colirio que otorga extensa vista
a emoliente ilusión que pule el tacto.
Un áspero silencio en ruta se oye…
en las esperas es como me gusto.

Ella al condecorarme con su tacto
oye crepitaciones de mi vista.
Su sombra huele a anís para mi gusto.


jueves, 15 de diciembre de 2011

Vericuentos 9 (Gajes)


Yo era joven y apuesto. En nuestra primera cita ella se propuso desnudarme a la menor oportunidad, lo cual hizo. Con una brocha se afanó untándome en todo el cuerpo una sustancia pegagosa que yo creí miel pero tenía un olor penetrante como a barniz. Luego me condujo a empellones hasta el patio de su casa, en donde me ató a un gran roble con nudos tan complicados de los que que ni el mismo Houdini hubiese podido escapar. Intenté pedir auxilio pero mi boca estaba prácticamente sellada por el menjurje embadurnado. Acto seguido, tuve que sufrir el embate de puñados de tierra, hierba y hojarasca. También me ungió de pies a cabeza con estiércol de camello previamente rociado con ácido (“El color es de vital importancia”, dijo). Blandiendo una fusta me produjo llagas enormes en las cuales se puso a vaciar cera quemante (“Una textura adecuada requiere trabajo”, sostuvo con un ademán justificatorio). Así estuve un tiempo a merced de las sogas, de la intemperie; con días lluviosos, después soleados de calor extremo. Viento y polvo. Tormentas de granizo que martirizaron mi cráneo. Gélidas noches que hirieron aún más mi piel. Al cabo de semanas, me liberó colmándome de mimos y disculpas. Eran gajes del oficio según ella. Falsificadora de antigüedades.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Pan líquido


Abstente, Gilgamesh, de adulterar el pan líquido, la pócima sacra: cerveza. Ofrenda mítica para los dioses. Viene de la mano femenina sabia en grano y levadura. De cada mujer con cabello como prado de cebada.
Viejo joven: guárdate de corromper los cántaros que rebosan fermento de cereal y miel para los decaídos. No hagas fraudulenta la bebida que alegra el alma del hombre común, reconforta el cuerpo y purifica el jugo de la fertilidad. La medicina que da un tope en el cerebro para abrir una mirrilla hacia un milagro.
No mancilles, rey postizo, el fulgor ambarino  del trago astral que es una saga. 

(El Código Hammurabi establecía que todo aquel que adulterara la cerveza era condenado a morir por empalamiento o ahogado en el río).


Gilgamesh = "El viejo es aún un joven"