miércoles, 28 de diciembre de 2016

Yantar de Gesta 7 (Yeshua. El menú del gran Rabí)





Él también profesó amor por el arte culinario. Al Maestro se le daba bien el pescado a las brasas. Prefería las especies del mar de Tiberias. No nos dejemos engañar por la aparente sencillez de su platillo ni pensemos que se trata de una receta aburrida. ¿Acaso los expertos en yantar no afirman que "con la falta de recursos nace el apetito, base de la gastronomía"?
Limpiar un pez por dentro y por fuera no es fácil. El Maestro, después de desechar las vísceras y lavar muy bien, eliminaba las escamas con un cuchillo raspando en dirección a la cabeza. Después de cortar la cola lavaba de nuevo. Bienaventurados lo que tienen hambre y antojo de arenque porque ellos serán hartos.
El Rabí cocía el pescado directamente al fuego durante veinticinco minutos para que quedara crujiente. Su cocina era bucólica, al aire libre; tan distinta a las de hoy en día con su aséptico aire de sanatorio.
Condimentaba con semillas de mostaza y servía pan de cebada hecho con levadura fresca, no corrompida como la de los fariseos. Como postre, lo habitual eran los dátiles y los higos recién cortados. Quien tenga papilas gustativas para degustar que paladee.

Otra exquisita receta del Maestro eran los huevos galileos. Huevos de gallina que prodigaba a todo aquel que quisiera probarlos porque, ¿quién de vosotros si su hijo le pidiera un huevo le da un escorpión? Después de freírlos en aceite de oliva extra virgen (sin alusiones personales, por favor), los aderezaba con posca, esto es, vinagre balsámico (lo que los soldados daban a los que crucificaban para mitigar el dolor), adicionándole hojitas de romero silvestre.
A veces los huevos los preparaba en forma de omelette, con queso de cabra y yerbabuena. Obraba milagros con sus recetas y las ofrecía orgulloso a sus discípulos con una sonrisita de mordisco.







lunes, 26 de diciembre de 2016

Muros de Niebla



Del este oscuro
la niebla sin rodeos
llega en silencio.

o

A campo abierto
me circunda la niebla
en vano huir.

o

Entre la niebla
la brusca maravilla
de una fogata.

o

Niebla y llovizna
con abrigo de paja
se cubre un viejo.

o

Deforme viene
la neblinosa traza
del verdulero.

o

Tiene tu nombre
mi ventana empañada
con grandes letras.

o

Niebla de otoño
¿Revolotea un trapo
o es un conejo?

o

La carretera
obstruida no lejos:
muro de niebla.

o

Sierpe de niebla
con sigilo se arrastra
sobre la yerba.

o

A ratos triste
luego a merced del tedio
con tanta niebla.

o

Trazos distintos
con el mismo pincel:
biombo de niebla.

o

Revuelo de hojas
la niebla se disipa
con raudo viento.

o

Entra en la niebla
la pensativa dama
cejas fruncidas.





















miércoles, 3 de agosto de 2016

Casa


Debe haber un maldito sitio
con un cielo y una casa mía
(Gianluca Grignani)

Tal vez no se comprenda,
pero clavo mis uñas en sus paredes
y hasta muerdo sus labios de febril sillar.
Tal vez no se comprenda
pero escapé de la ciudad y de la náusea.
Tal vez no se comprenda
pero me incorporo antes del amanecer
para escuchar el líquido tintineo
de las monedas solares.
Ahora tengo víboras, coyotes y jabalíes
muy aristocráticos que me saludan
en los silencios de la tarde.
Perdónenme si pueden
la altanería pero...
es mi casa.
Yo la hice.
Tal vez no se comprenda.

jueves, 30 de junio de 2016

Los rarillos




Los rarillos somos difusos, neblinosos. Somos besadores insaciables de fantasmas. No caben nuestros deseos en la galaxia. Nos gustan los pieses'n bonitos y las noches lentas. Inventamos extraños ritos que nadie entiende. Los rarillos nos masturbamos como si fuera una eucaristía que provoca respeto. Nos quitan el agua y nos convertimos en cataratas de rocío. Sabemos que mienten quienes dicen que los labios son poco luminosos. Los rarillos nos encarnizamos con las palabras más bellas. Los rarillos, aunque se repitan las secuencias, nunca cumplimos años. Tenemos un puesto en el mercado para ofrecer magnos olores nada rancios de romances idos. Los rarillos llamamos al ser amado con diferentes nombres.
Los rarillos nos reímos de los que dicen que cada quien labra su destino.
Los rarillos somos muy rarillos...

Y no 'stamos güenos.

jueves, 14 de abril de 2016

Galletas de la fortuna



Por: Yalo Tsé

º Todo mundo cree saber cómo debe ser un ser humano.
 
º Ese narcisismo tuyo tan arraigado que tus labios besan en sentido contrario.
 
º No te des por vencido a la primera dificultad. Hazlo antes.

º Es retrógrado y nulo tener un ideal: la moda es tener actitud. Ya no importa el ser sino la personalidad, la envoltura.
 
º ¿Más falso que una moneda con dos caras? Más falso que una frase de amor en un burdel.
 
º Somos expertos en inventarnos deberes fatigosos, superfluos y equívocos; de nulo provecho para nosotros y para el prójimo.
 
º Es la hora de frotar esa desgarradura espumosa y de la rencorosa añoranza por aquello que la causó.
 
º Ingéniatelas para que tu conducta sea más importante que tus creencias.
 
º Para aprender sobre la estupidez hay que procurar observarse uno mismo con mucho detenimiento.

º De nada sirve arrancar el dolor; queda una oquedad carroñera y fétida, y para colmo nada liviana.
 
º Debes ser realista: hazle caso a tu amiguito imaginario.
 
º Nunca confiar en alguien que preconiza: "Las cosas pasan por algo".
 
º En cada época, toda generación piensa que es crucial su intervención en el devenir de la humanidad.
 
º Es más frecuente el no cambiar de opinión o punto de vista por pereza que por orgullo.

º Aléjate de esos seres con optimismo inoxidable.
 
º No te esmeres tanto en encontrarte a ti mismo. Te puedes llevar una gran decepción.
 
º Renegar de nuestros vicios y defectos; repudiarlos y zaherirlos para después recapacitar, echarlos de menos, implorarles perdón y pedir la reconciliación.




martes, 23 de febrero de 2016

Reporte meteorológico




Tu desamor me llega por el norte,
cruza un gran nubarrón por mi esperanza
y mientras complemento este reporte
vientos de soledad en lontananza
afectan mi barómetro: Hay vacío.
Mi imagen por satélite presenta
un mapa de pronóstico sombrío
y signos de una etapa turbulenta.
Una banda espiral de sensaciones
se registra con rayos en mi centro,
con predominio de altas depresiones
y aludes de negrura cuerpo adentro.
Descenso abrupto de temperatura:
los radares confirman la ruptura.

viernes, 5 de febrero de 2016

Exposición de un coleccionista 4 (Nada)


Ad Reinhardt


A mediados del siglo pasado los artistas plásticos emprendieron la búsqueda de un cero pictórico, visual. Pasaron de la policromía a la monocromía (más bien, monotonía). Una especie de parodia o historieta de la energía oscura. No sabemos si era un intento de reproducir el mundo, un estado de la mente o del hígado. Tal vez un reflejo de un vacío existencial o una manifestación del espectro ordinario de posturas sexuales.
Fue una corriente (quizá debamos decir artificio o chiste) que se autodenominó ná de ná. Una técnica (¡qué risa!) para crear la ausencia de imágenes de manera tridimensional. La tela pasaba a ser una mera pantalla para timar al ojo con objetos que tampoco existen. Todo ello siempre desde la perspectiva del espectador imaginario.
Durante el Renacimiento, las probabilidades de encontrarse con una obra así eran de casi cero, ahora se han elevado a 99.999%. Hay que tener mucho talento para entender la sutileza y profundidad de la idea que la pintura trata de captar. Es algo así como llenar un hueco con otro hueco. Una noción imponente aunque mal asimilada. Una expresión del cero absoluto donde la temperatura se detiene.
Cuadro provocador donde los haya —ya en plan místico— cuyo peligro mayor es la tentación de las irónicas paradojas. Lo que es sacrilegio para el místico es una inofensiva humorada para el pintor. Un barril sin fondo para la pirotecnia filosófica.
Esta corriente podemos llamarla arte abstracto porque el pintor se abstrae tanto que se olvida de pintar. Una estética que apuesta por el alejamiento de los objetos; a una distancia tal que no se ven.
Obviamente el cuadro no lleva firma.

jueves, 4 de febrero de 2016

Magnate onírico


Ella me llama embustero porque asegura que mis sueños son inventados. Y es cierto; al menos en un alto porcentaje. Fuera de algunas pesadillas recurrentes en que me veo perseguido por tornados, casi todas mis experiencias oníricas son imaginación pura y no fijaciones de mi subconsciente.
De modo que ella me echa en cara mis patrañas aunque sean elaboradas en su homenaje. Secuencias de imágenes en donde ella es la protagonista, la bienamada. Pero es inútil. Cada vez que le narro uno de mis sueños inventados pone su clásica sonrisita ladeada y a la vez garbosa cuyo significado es: "No te creo nada". Tal proceder me lastima porque yo pongo mucho esmero en mis fantasiosas producciones. No he logrado convencerla de que durante esos trances, mis pensamientos, mis sensaciones y cualquier manifestación corporal, son de una magnitud equiparable a la realidad.
Como heroína de todos mis ensueños tengo que conseguirle excelentes maquillistas, asistentes, el mejor vestuario, las locaciones más arrobadoras, los camarógrafos de mayor fama.
Incluso he lanzado costosísimas campañas de publicidad ideadas por expertos en mercadotecnia quienes distribuyen su imagen en el metro, en los taxis, en portadas de revistas. Se fabrican perfumes y cosméticos con su nombre y hasta ropa con su firma. En el súmmum de mi idolatría he llegado a pagar para que interrumpan la cotización de la bolsa de valores en las pizarras luminosas de Wall Street con tal de que aparezca su nombre.
Todo en vano. Ella no se conmueve siendo la estrella de mis sueños apócrifos. Sobra decir que la trama en ellos es siempre la misma: el amor. Ella, la inalcanzable, la desdeñosa, la diosa con un séquito de enamorados. Yo, el hombrecillo gris, el ninguneado, el insignificante.
En ocasiones ni siquiera tenemos parlamento. Todo se reduce a miradas, gestos, escenas de una calculada lentitud que son un verdadero despliegue estético. No niego que es un trabajo muy placentero pero a la vez arduo ya que tengo que editar mis sueños para que queden a mi entera satisfacción. A veces debo mantener los ojos cerrados durante horas en una especie de meticulosa vigilia.
Pese a todo siento orgullo porque gracias a mi imaginación ella se ha convertido en una primera figura.
Ayer le conté el sueño donde se estrenaba la última y más fastuosa producción. Todo un éxito. Ella feliz firmando autógrafos; admirada y envidiada. Yo convertido en un realizador genial y creativo, dueño de todo un emporio de la industria onírica. Un magnate. Ella y yo hacemos una glamorosa pareja cuando etéreos caminamos sobre la alfombra roja.

miércoles, 27 de enero de 2016

Vericuentos 14 (Gutenberg)



De entrada lo confundí con un vendedor de biblias de puerta en puerta. No me inspiró confianza: estaba pálido como un papel. Su aspecto me parecía conocido, lo tenía bien grabado, alguien turbiamente popular; un personaje con mala prensa. Una caricaturesca copia de los distribuidores de La Atalaya
Aunque su cara no era lo que se dice, un libro abierto, deduje que su carácter era el de un tipo móvil, voluble. De él emanaba un olor a metal caliente, a hierro fundido. Un individuo de cierto volumen con ropas flojas y raídas, como desencuadernado. Hombre mayúsculo de viejo cuño con gestos minúsculos y una presencia del todo inédita. Tal fue mi primera impresión.
Me extendió un pliego que contenía muchas erratas señalando con el índice unas letras góticas. Algo no encajaba en el molde. Meneé la cabeza para dar a entender que no tenía tiempo pero el sujeto no quitaba el dedo del renglón. Por supuesto, obtener dinero era su tirada. Insistió en que leyera una cláusula acerca de patentes y regalías. "No invente", repliqué un poco iracundo pero en aras de la ecuanimidad corregí mi estilo.
La falta de aplomo suele dejar amplios márgenes para la impertinencia, así que como colofón lo despedí con un portazo. Creo que estuve ejemplar. Yo no me ando con medias tintas. 

viernes, 15 de enero de 2016

Yantar de Gesta 6 (Shakespeare y su sopa de Romero a la Juliana)


Enésima escena

Entran a la cocina el pinche mayor y el pinche menor: Chakespier y Chakespior; pletórica la mesa de hortalizas.

— He aquí la lista de invitados. Moved las posaderas, conseguid a veinte de los mejores cocineros.
— No tendréis ninguno malo, señor, pues veré si se chupan los dedos.
—¿Cómo podéis así saberlo?
—¡Válgame, señor! No es buen cocinero el que no se chupa los dedos. Quien no lo haga no vendrá conmigo.
— Amén. Tened la bondad de largaros.
— Sí, señor. Traeré la batería de cocina.
— ¡Fíjate que sea Vasconia!
— Sí, mi señor. ¡Y de plomo!
— Y no olvidéis la receta de la sopa de romero a la Julieta, digo, a la juliana.
— La tengo en la cabeza.
— ¡No jodáis!
— Mi señor:
     Si es la ofensa que me hacéis
     por lo mismo que pensáis
     con mi lord ya llevo seis
     que me dicen: "¿Pos qué trais?".
— Quiero decir, ¿es posible que sepáis la receta de memoria?
— Atended: dos papas cortadas en julianas, una taza de ejotes, media taza de zanahorias en julianas, media taza de nabos, dos cubitos de caldo de pollo concentrado, siete tazas de agua, media taza de aceite de oliva, una pizca de pimienta, otra de sal y el tósigo de mandrágora que me vendió el boticario. ¡Ah!, y un manojillo de Romeo, digo, de romero para disfrazar el sabor de la ponzoña.
— ¿Es eso todo para tantos comensales?
— Suficiente, mi señor. En la sartén caliente, con el aceite de oliva se doran las papas, las zanahorias, los nabos y los ejotes durante diez minutos. Entretanto, en una olla se ponen a hervir el agua y el concentrado de caldo. Las verduras se agregan al hervido y se dejan cocer quince minutos. Listo. Al consumirla, los convidados sentirán que en sus venas corre un humor frío y letárgico, menguarán sus signos vitales. Cesará el pulso. Cada miembro, de ágil potencia despojado, yerto, inflexible, gélido; será una imagen del reposo eterno después del patatús postrero.
— Mmm, parece apetitoso.
— ¡Como para chuparse los dedos! 


TELÓN

miércoles, 13 de enero de 2016

La rosa fea





1.

En el jardín brotó una rosa fea,
un ejemplar en malas condiciones
con pétalos rugosos y tristones;
una flor fea aquí y en donde sea.

A veces la botánica bromea
y un día saca pares y otro nones,
es más voluble de lo que supones
y la equidad no es nunca su tarea.

Nació la rosa de un capullo enfermo
y busca apresurar su corta vida
sola con su fealdad inmerecida.

Confío en que tus méritos no mermo
si la pongo a tus pies como un tributo
e igual mi corazón también enjuto.


2.

En cuestiones de flores no soy ducho
pero la rosa fea se marchita,
ni siquiera el rocío la visita:
sus cuitas aromáticas escucho.

Es un perfume parco, debilucho,
como de mojigata señorita;
la rosa, como yo es una proscrita
porque en fealdad nos parecemos mucho.

Te ha visto y dice tantas maravillas
de tu rostro que honesta se recrea
y celebra cuán poco te maquillas.

Te la doy como efímera presea,
acaricia con ella tus mejillas,
junto a tu cutis no será ya fea.

jueves, 7 de enero de 2016

Ejercicios Espirituales


Anhelo delinquir en tu cintura
cual reptil de taimada mordedura.
Quiero, bajo tus pies poner mi pecho
como un atajo al corazón, derecho.
Busco dar un saludo a tus olvidos
dejándote los pómulos mordidos
y soñar que tu mano me cobija
para así convertirme en tu sortija.
Déjame ser tu pájaro faldero
pues morar en tu talle es lo que quiero.
En tu hueco poplíteo tiene casa
mi boca que de besos no anda escasa;
es por ti que comparten en mis hombros
un rincón, la opulencia y los escombros.
Mi espíritu flamígero te brindo
cual tronco en combustión de tamarindo:
absorto en el oficio de ser tuyo
mi identidad olvido, la recluyo;
que no me siga más mi esencia mustia,
sin duda soy patiño de la angustia.
Antes de ti el amor, burlón, solía
ignorar mi esperanza noche y día,
por eso te inventé aunque ya estabas
y eran mi mente y carne tus esclavas.
Eva afín, en mi edén imaginario,
raridad de un ficticio relicario.
Mas nunca has sido mía salvo en versos
porque encaro fenómenos adversos;
me hacen saber homúnculos y duendes
que te distraes de mí, te desentiendes
y la falta de ti se me evidencia:
mis ojos guardan íntegra tu ausencia.
A Dios suelo implorar noches enteras
—de hinojos, como aupando tus caderas—
que a mi entidad cariñes y aternures,
que tus frases no sean calambures
para jugar conmigo o con mi higo
pese a que con tus burlas me coligo.
A mi amor no es posible que lo trunque
un golpe de martillo. Soy tu yunque.
Si con el curso de tu olor anegas
mi ser, hurí de dádivas rejegas,
me robustece tu perfume. Gasta
más, despilfarra en mí tu iconoclasta
donaire, multiplica tu figura:
haz otra igual a ti con tu hermosura.