domingo, 15 de octubre de 2017

Yantar de Gesta 9 (La dieta de Gandhi)



Ocurre que me canso de los dátiles, los plátanos y los frutos secos. Ya me fatigan las semillas y los granos, los tubérculos y las raíces. No soy un rumiante, por algo tengo premolares, molares, caninos e incisivos. No mastico con movimientos rotatorios como si fuera una vaca o un camello. Mis mandíbulas están diseñadas para una dieta diferente. Cuando nadie me ve, dejo a un lado el jugo de limón y las naranjas. Admito que el ascetismo me aburre a menudo. Es muy duro sobrellevar a un mismo tiempo el vegetarianismo y el celibato.  Me apetece un buen corte de carne roja para asar y así consentir un poco a los jugos gástricos de mi organismo: un bistec, un filete o unas costillas de res; como mínimo con un centímetro de espesor. Es el momento de extraer de de mi túnica un saquito de sal que llevo escondido y que obtuve de un depósito de baja profundidad en el mar. Ahora que nos hemos liberado del yugo de la Gran Bretaña no tendría inconveniente en aderezar el corte de carne con un poco de salsa inglesa (1/4 de taza sería suficiente). Después una cucharadita de mostaza y una pizca de pimienta bien molida.
Indispensable tallar la parrilla del asador con la mitad de una cebolla. Evitar encender el carbón con gasolina. Lo mejor son trocitos de madera resinosa, es más lento y ello solivianta el apetito. Durante la espera, mientras las brasas están a punto, no viene mal un poco de chorizo español. Durante la cocción de la carne sugiero darle la vuelta al corte sólo una vez. A mí me gusta acompañar el manjar con una grata cerveza fría, oscura de preferencia.