viernes, 17 de septiembre de 2010

Cartilla Sextina 2

Vampírica Sextina
De joven te ofrecí un pacto de sangre
sin conocerte, porque estaba solo.
Te busqué en los pasillos de la noche,
con mi usual preferencia por el negro.
Un cuervo que no sé de dónde vino
me dirigió a las puertas de una fiesta.

Me infiltré en la anarquía de la fiesta
y aticé la vehemencia de mi sangre
con los ásperos tragos de un mal vino.
Compadeciéndome al estar tan solo,
sin dudar, escogí un destino negro:
te invoqué como reina de la noche.

Aquella tétrica y difusa noche,
juré solemne en medio de la fiesta

que te sería fiel siempre de negro

ratificando el trato con mi sangre
e instauré un rito erótico yo solo
por una idea oscura que me vino.
De mí extracté el comprometido vino
y te intuí cercana en esa noche

—destreza natural de un hombre solo—.
En mi patíbulo ofrecí otra fiesta
tu barbilla temblaba por mi sangre
con sed de convertirme en paje negro.

Con góticos atuendos color negro
tu espectro corruptor hacia mí vino
y de mis labios obtuviste sangre,
—no del cuello— violando aquella noche
la vampírica pompa de la fiesta
sintiendo amor por quien estaba solo.

Mi corazón pasó a adornar tan sólo
al cuervo en tu blasón con fondo negro
que sueles exhibir en cada fiesta
a la hora del éxtasis del vino,
elíxir que destilas cada noche
a partir de mis óbolos de sangre.

Soy vino que consagras en tu fiesta,
sangre fatal de concubino solo,
rocío negro de la roja noche.

El Vampiro

Comenzaron mis sospechas
cuando contemplé pasmado
que a las brasas del fogón
arrojaba su rosario