miércoles, 22 de diciembre de 2010

Diario Apócrifo de Mata Hari

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Sé que es una afición torcida pero, me resulta fortificante porque requiere de dos atributos que taso muy alto: sofisticación y temperamento. Sólo me limito a poner en práctica la irrebatible superioridad femenina en materia de concupiscencia. Por otra parte, ellos, aunque pretendan negarlo, disfrutan el papel de criaturas sometidas. Es su auténtica esencia. Son los ejemplares de nulo intelecto los que patalean, los que rezongan ante esta condición. Su odio estriba en no poder tenerlas a todas.

Empíricamente he logrado descifrar algunos inquietantes matices de la forma de ser masculina. Su enigmática inclinación por los placeres excéntricos. Mencionaré algunas evidencias.
Nótese el impacto que provoca el tomar con ambas manos, frente a frente, a un varón por la cintura. No con palmas tímidas o cómplices, sino con una sutil sacudida y un apretoncito (valiéndose de las uñas en su caso) que transmita una actitud de señorío, como quien apuntala una bandera diciendo “estos son mis territorios”. La presa se sentirá enseguida turbada e incapaz de saber qué hacer. Dubitativamente hará intentos de responder a la embestida colocando aquí y allá sus brazos para terminar como un colegial en posición firme. Y es que tomar a un señor por la cintura implica vulnerar su continente medio, el sitio donde atesoran sensuales evocaciones de la infancia, mujeres imaginarias, a veces caricias tristes de forzados adioses. Los que tienen diablo guardián suelen mostrar marcada predilección por esta parcela donde esconden deshonestos perfumes y estrepitosos besos.



Pequeño tratado de lo mismo


Pese a anales y ejemplos de lo mismo,
viene bien machacar sobre lo mismo:
escasez y abundancia de lo mismo
nos confronta de nuevo con lo mismo.

Tal vez lo mismo está contra uno mismo,
verse fruncir el ceño ante lo mismo
es prueba de lo raro que es lo mismo
ya que aun viniendo igual nunca es lo mismo.

Hay truco porque no es el mismo mismo,
lo mismo puede hartarse de sí mismo
quizá hasta contender consigo mismo.

¿Que un mismo y otro mismo da lo mismo?
¡Que sea pues! Volvamos a lo mismo:
Que traigan más botellas de lo mismo.


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viernes, 3 de diciembre de 2010

Perfume de Arco Iris (El Arte de Perder)

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One Art

The art of losing isn't hard to master;
so many things seem filled with the intent
to be lost that their loss is no disaster.

Lose something every day. Accept the fluster
of lost door keys, the hour badly spent.
The art of losing isn't hard to master.

Then practice losing farther, losing faster:
places, and names, and where it was you meant
to travel. None of these will bring disaster.

I lost my mother's watch. And look! my last, or
next-to-last, of three loved houses went.
The art of losing isn't hard to master.

I lost two cities, lovely ones. And, vaster,
some realms I owned, two rivers, a continent.
I miss them, but it wasn't a disaster.

- Even losing you (the joking voice, a gesture
I love) I shan't have lied. It's evident
the art of losing's not too hard to master
though it may look like (Write it!) like disaster.

Elizabeth Bishop

Un Arte

El arte de perder no es nunca un lastre;
toda cosa a perderse está marcada
y perderla no es signo de desastre.

Perdemos cada día. No te castre
perder llaves, la hora mal empleada.
El arte de perder no es nunca un lastre.

Practica el perder más, que ello te arrastre:
nombres, lugares, la excursión planeada
pues nada de ello te traerá un desastre.

Perdí el reloj de mamá. ¡Y ve pillastre!:
mi casi última o última morada.
Aprender a perder no es nunca un lastre.

Perdí ciudades, galas de un buen sastre,
reinos que tuve, ríos, tierra amada.
Cosas que extraño, mas no es un desastre.

- Hasta perderte (voz jovial, semblante
que amo). No miento. Es cosa evidenciada:
el arte de perder no es nunca un lastre
aunque parezca (¡escríbelo!) un desastre.