miércoles, 23 de septiembre de 2015

Contrasentidos



º Uno se pone alegre cuando comprueba que todavía puede llorar.

º Siempre ha estado de moda el salir del paso dando explicaciones sobre cosas que nunca han tenido explicación.

º Caer de rodillas a los pies de la amada para besárselos con una altanería de tirano.

º Parece más benéfico creer en algo falso que no creer en nada.

º Ya se está volviendo una costumbre el perder las costumbres.


º La Tristeza es una dama muy posesiva. Te quiere solo para ella.

º Los partidarios de cualquier creencia religiosa aniquilan a sus oponentes en el nombre del Amor. Incluso los ateos.

º Los tolerantes son muy intransigentes con los intolerantes.

º Las leyes aún no determinan cuál falta es mayor a posteriori: si sentenciar a un inocente o perdonar a un culpable.

º Dios todavía se acuerda de que ya nos olvidó.

º Muchos confunden la concupiscencia que sienten —al ver a alguien que sufre— con la misericordia.

º La impostura del fanfarrón que se vanagloria de sus defectos y se avergüenza de sus cualidades.

º Conseguir dinero para gastarlo. Claro; gastándolo en cosas que permitan conseguir más dinero.

º Gente con capacidad de transmisión de pensamiento pero cuyos mensajes telepáticos están llenos de faltas de ortografía.

º "Encender la llama de la sedición", muy grandilocuente. "Encender la llama de la seducción", muy poco convincente.

º Jactarse de haber hecho algo con inteligencia cuando en realidad fue mérito del instinto.

º Aprender del mal ejemplo es más cómodo y estimulante que aprender del bueno.

º El Azar no existe —asegura Spinoza—. Lo leí en alguna parte por pura casualidad.

º La razón te dice que eres un sujeto. El cuerpo te dice que eres un objeto. Y siempre le das la razón al cuerpo.

º Esos que se adjudican una estatura moral superior y tratan a los demás como si padecieran un enanismo envilecido.

º Cuando hablamos con nosotros mismos, los problemas de comunicación son más frecuentes y graves de lo que cabría suponer.

º Se parecen mucho la laboriosidad embrutecedora y el ocio filosófico.

jueves, 17 de septiembre de 2015

Yantar de Gesta 5 (Receta del machacado con huevo)


Se pone a hervir aceite a fuego lento
mientras se pica rasa y finamente
cada usual y patriótico ingrediente:
un tomate, cebolla y chile cruento.

Se pone carne seca a cocimiento
en la sartén —¡cuidado!, está caliente—
se agrega lo picado previamente
y se aspira el aroma suculento.

Se adicionan dos huevos y se bate
de manera uniforme todo el guiso
ajustando la flama de la hornilla.

Se sirve y si apetece un buen remate
le sugiero —y no haga caso omiso—
saborear este plato con tortilla.

Nota del chef:

El machacado consiste en tiras muy finas de carne seca de res. Se deshidrata a la intemperie con sal y jugo de limón. El machacado con huevo es una comida típica del norte de México (Monterrey, pa' más señas). Los ingredientes más comunes de la dieta mexicana son el tomate, la cebolla y el chile; los cuales, además conforman los colores de la bandera: rojo, blanco y verde. Lo que nosotros llamamos tortilla es una delgada rueda de harina de maíz (también las hay de trigo) e infaltable pan nuestro de cada día a toda hora y en cualquier lugar y circunstancia.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Diálogo con C.3.3. (Sobre la conversación)


C33. Es Oscar Wilde. Al entrar en la prisión de Reading no era llamado por su nombre sino reo C.3.3. (bloque c, piso 3, celda 3).

LM. Inflatius sanctissumus vir et pessimos de mercatum (un sssagerao santísimo varón y lo peorcito del mercao).


LM.—Vamos a ponernos profundos.
C33.—Adelante, Luis Mariano. Te escucho.
LM.—Bueno, no me refería a charlar sino a algo más introspectivo.
C33.—¿Acaso desdeñas el arte de la conversación?
LM.— No, pero el deleite al hablar puede desvanecerse durante un diálogo desabrido.
C33.—Difiero un tanto con tu punto de vista. Es verdad que hablar no es lo mismo que mantener una conversación pero, a mí me gusta mi propio parloteo aunque no diga nada. Adoro mi facundia.
LM.—Bien sé que te gusta chacharear contigo mismo aunque te resultes incomprensible. Pero con tanta locuacidad cualquiera pierde la facultad de ponderar las palabras.
C33.—Es porque no tienes encanto. Tus modos taciturnos te mantienen en silencio mucho tiempo. Y lo más gracioso es que te contradices aun cuando no profieres palabra alguna. En cambio yo, termino jadeante cuando permanezco callado por largos períodos. 
LM.—El problema es que te esmeras mucho en agradarte a ti mismo, de ahí tu frustración. 
C33.— Te equivocas. Prefiero mil veces mis ingeniosas palabras que las insulseces del prójimo. Yo nunca me decepciono. Mi secreto estriba en no decir nunca lo que pienso en realidad.
LM.—El arte de mentir.
C33.—El escamoteo más bien. La verdad llana carece de interés.
LM.—De acuerdo.
C33.—Por algo en la Grecia antigua, durante las cabriolas de los retóricos, quien destacaba era el más fluido, el de estilo más exquisito no quien pretendía propagar verdades. En las embestidas aleccionadoras siempre se corre el riesgo de quedar en ridículo.
LM.—Es cierto. Jesucristo fue vencido dialécticamente por una humilde samaritana quien lo único que le pedía era sanar a su hija.
C33.—Y se vio obligado a curarla a pesar de ser una gentil porque reconoció su talento para la palabra.
LM.—Y eso que Jesús le habló con parábolas que según él, ella no comprendería.
C33.—Admitámoslo, Luis Mariano, lo mejor es hablar de cosas que uno no sabe.
LM.—Pero, hombre...
C33.—No lo dudes. Los mejores libros de viajes y de historia fueron escritos por individuos que nunca pusieron un pie fuera de su casa. En los diálogos de sobremesa, las personas más fascinantes son quienes hablan de cosas que nunca vieron, las que narran hechos de los cuales nunca fueron testigos, las que se atienen a contar algo sin caer en la pedantería de convencer a los demás de una verosimilitud apoyada en la lógica, el sentido común.
LM.—Eso es fácil. Hay mucha gente que lo hace. Basta con leer los periódicos para referir un hecho con tanto aplomo como si se hubiese presenciado.
C33.—No seas rústico. A veces olvido de qué país provienes. Tu estólido carácter te incapacita para ser un buen conversador. Hay que conversar como si nos importara un comino todo lo que decimos.
LM.—Justamente te iba a decir que me importa un carajo todo tu rollo.
C33.—Todas tus intervenciones en nuestra plática, Luis Mariano, son absolutamente estúpidas, por ello a veces me resulta tan interesante lo que dices y te escucho con atención rayana en el embobamiento.
LM.—Como te dije al principio: vamos a ponernos profundos.