A diferencia de otros de este gremio,
le hablo a mi soledad de cosas vanas,
coloco una diadema entre sus canas
y la invito a bailar en plan bohemio.
No es una penitencia o leso premio,
aunque sin brillo son sus filigranas
es más dulce que insípidas fulanas
a las cuales por regla soy abstemio.
Le acomodo el listón de las caderas,
sostengo su espejito al maquillarse,
remiendo su senil ropaje de hada.
Me luzco de su brazo en las praderas
y la beso en la frente al acostarse:
con los años se ha vuelto recatada.