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miércoles, 15 de marzo de 2017

Voluntad de Yerro 4



En una de las más importantes páginas de la histeria de la literhartura, el nombre del Marqués de Jade ha quedado escroto para siempre, a diferencia de otros que han pasado sin pene ni gloria. Su maravilloso sexo sentido para fallar la palabra precisa, lábil para crear atmósferas fantasmales y esperménticas que a uno le ponen los pelos de puta, su audacia con la frase ivaginativa y su dominio de la lengua con un sexgo lambivalente  entre lo cosmopolita y lo vergáculo (dualidad estilística por erección propia); lo colocan en una posición de perrito en la naturaleza humana, en el umbral de la merecida Cama Universal. Prueba de lo anterior son las continuas pubicaciones de sus sobras y los semenarios que se llevan a cabo sobre su vida con periodicidad sexanal.
Fue además un gran exprimentador, siempre al falo de la vanguardia, pero sin abandonar su prosa llena de recogimiento y sin exsexos. Filósofo ilustre, uno de los labios más lucidos de su épica.