Dios se pone de pie cuando tú llegas
rivaliza conmigo y es tan diestro
que te halaga dulzón, pues el Maestro
es también de costumbres mujeriegas.
El Supremo te guiña y tú lo niegas
y aunque un poco celoso yo me muestro,
te sentimos los dos como algo nuestro
que nos damos un trato de colegas.
Dios se quita la aureola ante tu paso,
yo con vino en tu honor alzo mi vaso.
Cada quien con su estilo su homenaje
por los obvios contrastes de linaje.
Congratúlase Dios porque eres bella.
Se santigua y me dice: "Ve con ella".