Se sabe que muy joven aún,
aprendió en Mesopotamia los ciclos lunares y predijo eclipses. De vuelta en su
ciudad natal obtuvo un módico respeto de los más encumbrados sabios. Tenemos
informes de su infancia y sus precoces aptitudes. Un rollo de papiro en griego
(circa II a.n.e.) con caligrafía anónima, habla de ella en estos términos:
"Una niña tesalia contemplaba día y noche el cielo. Sentada en el borde
del puente sobre el río Peneo, su mayor regocijo era balancear los pies con los
ojos puestos en las alturas". El texto refiere también cómo la niña pudo
aprender por sí sola el manejo del gnomon o reloj de sol ancestral: una simple
varita de madera incrustada en la tierra y rodeada de pedruscos en círculo. Sus
primeras observaciones astronómicas las hizo valiéndose de este instrumento.
Dedujo sin ayuda de nadie, que la dirección permanente tomada por la
sombra más corta en todos y cada uno de los días indicaba el norte; partiendo
de ahí era fácil señalar los restantes puntos cardinales.
No obstante, su afán
autodidacta y falta de experiencia la llevó a poner en peligro su salud. Tras
observar al sol con fijeza durante largo tiempo una tarde nítida y sin nubes, la
aquejó una ceguera súbita y total. Los gritos de espanto llamaron la atención
de un peregrino. Fue necesario llevarla en brazos a su casa. No pudo concebirse
otro remedio para contrarrestar el daño que mantener a la niña en un aposento
por completo a oscuras. No le fue permitido recibir visitas de su amado sol
durante una semana. En forma gradual recobró la vista, se mantuvo tranquila un
tiempo pensando en cómo mejorar su reloj y entonces pudo volver a sus observaciones.
Su nombre: Aglaonike. "Victoria brillante". La primera astrónoma de quien
se tiene conocimiento.