jueves, 15 de octubre de 2015

Tierra



Tierra hollada por amantes venideros,
repartes sortijas a los ademanes solitarios,
cierras los párpados con lágrimas de polvo.
Románticos demonios se beben tus perfumes
y ángeles ebrios quieren atrapar tus silencios
con una redecilla de profundos ojos.
Tierra, pan de carne, no dejes a tu esposo soltado de la mano
con estériles esperanzas por asumir.
Tierra, te me entrego sin miedo a extraviarme:
la transparencia ya no es una necesidad.
Ya no tengo rostro, perdí mi nombre.
Somos tan afines que te llamo sin palabras.
Voy contigo lleno de confianza
sin preguntar el rumbo ni el destino.
Tierra, me pides más emociones de las que dispongo.
Úntame tu casta.