jueves, 26 de noviembre de 2015
Pandemónium
Ya si tú me encaminas al infierno
me dejo conducir con alegría,
que así con semejante compañía
empieza bien cualquier suplicio eterno.
No sé si al confesarlo te consterno
o te enfada mi impúdica herejía,
actúo como el joven que solía
ser: mis lapsos vehementes no gobierno.
Tú y yo: que el pandemonio nos aplauda
al llegar sin pendiente, con demora,
según el transcurrir de la clepsidra.
Mas si al infierno me encaminas rauda,
seré la grey que fiel te condecora
y nos embriagaremos con tu sidra.
viernes, 20 de noviembre de 2015
Séquito
Somos una secta apocalíptica
con una membresía que asciende a millones.
Charles Simic — "Angustiados Anónimos"
No sé llevar la cuenta. Nunca creí que fueran tantas. A veces me clavan sus púas de hielo en el torso, otras siento como gusanos de cristal quemante sobre mi cuerpo que emergen desde un tétrico sótano. Es mi escolta de angustias en marcha, tentando la oscuridad con las uñas mugrientas y torcidas. ¡Si al menos tuvieran un mínimo de garbo!
Mientras intento dormir, pasan a recogerme en una carroza que huele a bichos pisoteados, con asientos que rechinan. Vamos de paseo a orillas de los precipicios y a pueblos fantasmas donde siguen en pie casuchas con hierba que brota de las paredes.
Son angustias que intentan rapar sus pelucas con quijadas de burro. Me da pavor el verlas remendar sombras con agujas de hueso y telarañas. Me flanquean arrojando cenizas de mis íntimos incendios.
¡Qué puedo hacer sino posarme cual trémulo pajarucho sobre el tendedero! Desplumado; así, cuando la suerte te dirige muecas de burla y eres como otro jugador de naipes que ha perdido hasta la ropa.
domingo, 1 de noviembre de 2015
Mapache
Con antifaz —ladrón de tu basura—
te llego a conocer por lo que tiras:
frascos de maquillaje, las mentiras
de esas cartas de amor que no perdura;
la plancha de incosteable compostura,
las colillas mortíferas que aspiras
y espejos rotos, obra de tus iras:
los rompes porque esfuman tu hermosura.
Flores mustias ya exentas de fragancia
de pretendientes faltos de constancia;
tus opíparas latas y salobres
guisos. La tolerancia de mis pobres
papilas gustativas, si se atrofia,
es por tu alta cocina: la bazofia.
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