miércoles, 9 de octubre de 2019

Individuoide








Prólogo

Fui una vez un ave blanca
que brincaba en los charcos.
Hoy la bandada joven
me arrebata las migas.
Ya no soy ágil cuando
picoteo las ramas.
Vuelo bajo y despacio
eludiendo pedradas
con pescuezo atrofiado
y plumas percudidas
que poco a poco pierdo.


Aguilucho

Al romper el cascarón
mamá águila te ve con desaliento,
no agita las alas en señal
aprobatoria cuando pías.
Le irritan tus clamores gemebundos.

Desde lo alto,
el bosque
es un reino desafiante
y tu porvenir
no figura entre los astros
que las ramas de abeto dejan entrever.

Tu pinta no es
la de un futuro gran depredador,
serías el hazmerreír
en un estandarte
de la legión romana;
el primogénito en cambio
augura pico grande
y garras poderosas.

Para ti no hay comida,
bien podrías ser
el iniciático rito de tu hermano.
Así las cosas,
el nido no es lugar seguro.
Pueden orillarte al precipicio
en plena noche.
  

Ente

Es el que es,
sin el que fue
ni el que será.
Más o menos
a mitad de fila.
Hijo del Azar
que nunca
lo ha abandonado
en el umbral
de la certidumbre.
El de camisa gris
que avanza
hacia la niebla
con cómico rostro
lastimero.


Soledumbre

La soledad tiene feudo,
es un ámbito amarillo
de hospitalidad embaucadora
con su soñoliento prado
pródigo en flores esbeltas.
Atrae con tormentos de azúcar
y heridas contemplativas.
La soledad tiene su señorío
donde el sol siempre está
en una postura de ocaso melifluo,
donde el silencio tiene
reverberaciones ambarinas.


Instinto

Será mi propia sangre
la que mis manos manche
y lo que lleve puesto
mi personal pellejo.
Me curaré la herida
usando mi saliva.

Como monedas falsas
acuñaré mis faltas,
si ofendo viejos ritos
afrontaré el castigo;
si el alma tengo sucia
es mugre de mis uñas.

Cortejaré a mis damas
urdiendo mis patrañas,
no habré de encaramarme
en una espalda aparte.
Un código privado
tendré sin acatarlo.

Vivo con lo que tengo.
Si soy, he sido siendo.


Ánima anónima

A la pregunta “Quién”,
responde “Alguien”,
sin orgullo
y sin épica en la voz.
Nunca pone
cara de tengo-algo-que-decir.


Coramorazón

Corazón:
con mis harapos
de escarcha,
hoy entiendo
tu recinto
de sangre con nudos,
panal de mieles
venenosas.


En el más popular de los olvidos

El anónimo ente
y don cero a la izquierda
con el prójimo equis,
como un clan de ningunos,
resolvieron un día
celebrar su asamblea
en la casa de nadie
a las nunca en punto.

Luego, uno de tantos,
se paró en la tribuna
y fue muy elocuente
cuando dijo que no;
y los nulos sujetos
ante tal negativa
escogieron la nada
como único culto.

Y sin nombre ni ego,
ni siquiera una sombra,
abrazando al silencio
consiguieron no ser:
sin carácter ni señas
en un célebre olvido,
como ilustres fulanos
de un ausente vacío.


Golpes de pecho

Parece mentira
que tenga la culpa
de todos los males.

Yo soy más nocivo
que el número trece
cayendo en un martes.

Mi sola presencia
provoca el espanto
de los habitantes.

Pródigo, acarreo
desdichas, fracasos
y calamidades.

En donde respiro
un rayo fulmina,
la tierra se parte.

Lo verde se seca,
desbordan los ríos,
se infectan los aires.

No entiendo este estigma
de ser yo la causa
de todos los males.

Los cambios de clima,
los astros que chocan,
la peste y el hambre.

Los hombres de ciencia,
no entienden, no explican
estas facultades.

Tal vez siempre he sido
un siervo del cosmos
haciendo su parte.

En tanto se escucha
la turba que viene
dispuesta a lincharme,

les pido disculpas
por mi tremendismo
y torpes modales.


Caminata

Solo,
individual y lento
calzando precipicios
con suelas gemebundas.
Tórridos pasos
que avanzan por la vereda;
vago con sudor
en las pestañas:
la vida está
en la huella siguiente.


Algún día

He de temer
que algún día
no me conmueva la lluvia
y no me hierva la sangre
aunque la mezcle
con vino.

He de temer
que mañana
la frustración me arrincone
y sin distingos condene
lo fallido
y lo logrado.

Ya me veré
comparando
un artefacto moderno
con algo rudimentario
lleno de absurda nostalgia.

Sé que armaré una tragedia
por el sabor de las cosas,
las tradiciones perdidas
y por la estética en turno.

He de temer
que algún día
no me conmueva la lluvia.


Modestia aparte

Yo entiendo mucho menos este asunto,
no tengo ni siquiera conjeturas.
No sé cuál es su origen ni sus causas
ni su composición ni cuánto dura.
No sé para qué sirve ni su especie,
ni siquiera el color o su textura.

Ignoro si se bebe o se mastica,
ignoro si hay que olerlo o si se embarra.
No sé si es peligroso o si es benigno,
tampoco si se quiebra o se desarma;
no sé calificarlo o describirlo,
del todo desconozco su importancia.

No sé si se pone o si se oculta,
no sé si puede haber algún repuesto,
no sé si es natural o si es postizo.
Ignoro si es el mal o es el remedio.
Yo no entiendo absolutamente nada.
Admito mi ignorancia a ese respecto:
acerca del amor yo no sé nada.


Preferencias

Prefiero ser un desmañado yo
a ser émulo de los ases.
Prefiero comparar
a aceptarlo todo.
Prefiero al escéptico
que a aquel que cree saberlo todo,
al que falla
antes que al infalible.
Prefiero la parcela de misterio
al país donde todo tiene explicación,
el método refinado
al resultado bárbaro;
el bostezo con labios partidos
al beso de porcelana.
Prefiero el silencio
a la conversación cortés
para pasar el rato,
la última palabra
al discurso interminable.
Prefiero los instantes
de alegría
a la insípida
bienaventuranza eterna.

Prefiero la discreta piedad
a la pomposa lástima.
Prefiero ser un individuo inofensivo
y pobre de espíritu
a ser peligroso e intrépido en multitud.
Prefiero una mano áspera
a una pezuña tersa.
Prefiero la imperfecta bondad
a la impecable vileza.
Prefiero vivir
herido por desdenes femeninos
que morir de amor,
a María Magdalena
antes que a Cleopatra.
Prefiero mi plegaria intuitiva
a lo desconocido
que el rezo ecuménico
a un tótem milenario.

Mejor tratar
a los errores y aciertos
con equidad.


¿Para qué tantos héroes?

Todo parece indicar
que no habremos de entendernos,
que vendrán más amenazas,
que el lenguaje de la sangre
será el único que hablemos,
nuestra unánime desdicha.

¿Para qué tantos héroes?
¿Para qué las fanfarrias?
¿Para qué el monumento?
Si nos sobran los dioses
y nos faltan adeptos.

Todo parece indicar
que tendremos que habituarnos
a una atmósfera de miedo,
a vivir en sobresalto
abrazando a nuestros hijos
sin soltar una pistola.


Muros de noche

Chasquea con los dedos
la noche en sus pasillos,
se juegan nuestra vida
los dioses citadinos.

La noche se derrama
en forma de veneno
y un ebrio tras la bruma
en el baldío ha muerto.

Destellos de chaquira,
guiños falsificados,
alas de mariposa
tatuadas con cigarro.

Con disfraz de silueta
se pone a tiro el alma
y con alcohol robusto
moja su piel helada.

La noche te sorprende
en plena escapatoria,
cargando tus espectros,
cargando con tu sombra.


Piel

Tenemos que hablar,
piel mía.
Ya no eres la cáscara bruñida
arropando mis atolondrados huesos.
Mantón de pellejo ajado:
¿qué fue de tu melodramática constelación?
La juventud se mofa de nosotros,
con sus gráciles cuerpos nos increpa.
Capa trapienta:
después de todo nunca te condecoró la albura.
Mi ropaje de tiras:
cúbrete con periódico
para ocultar las cicatrices.


Ocio

He mojado a la lluvia
y le he soplado al viento.
Le di un golpe a mi sombra
con los ojos cubiertos
y reflejé a la inversa
el orbe del espejo.

He pintado a la noche
de una oscuridad tersa
y tatué el firmamento
con ceniza de estrellas
cuando el magno silencio
me otorgó una respuesta.


Bucanero

Al abordaje
de tu bizarro espíritu,
te conquistas.
Tú eres tu mejor botín.


Pareciera que no tiene importancia

Pareciera que no tiene importancia
pero hay ciertas minucias que devastan:
hace poco no estaba ese edificio,
han talado los olmos de tu cuadra,
se esfumó el que afilaba los cuchillos
(las mañanas extrañan su zampoña),
la morena que no faltaba a misa
de pronto ya no cruza tu ventana.
Pareciera que no tiene importancia
pero un día suceden cosas duras:
una prenda habitual te desconoce,
al releer un libro que fue un credo
ya no comulgas más con esas líneas.

Pareciera que no tiene importancia.


Helenismo

Las Helenas contemporáneas
tienen algo en común
con la Helena clásica:
no haber puesto nunca
un pie en Troya.


Nudo

Soy un nudo
con mucha cohesión.
Compacto,
macizo.
A menudo se me confunde
con un guijarro sin entrañas,
con humo coagulado,
con un diente iracundo.
El tiempo me ha vuelto impenetrable.

Imposible deshacerme.


Ternura

Has de preferir
la ternura,
aunque sea comprada,
aunque sea fingida.


Analogía 1

Como una serpiente hecha nudo
y no obstante
avanza
a fuerza de revolcarse.


Duermevela

Sollozos que serpentean,
cortante frío en el pecho;
basca de cuerpo vacío
y angustia de guantes negros.
Evocaciones verdugas
y sensación de estar muerto,
circundado por la nada
falto de espacio y de tiempo.
Me cubre la madrugada
con sus hojuelas de miedo.


Zozobra

Idéntico a las aves
con vendaval adverso,
como un lucero extinto
surcando el universo.

Cayéndoseme encima
telones y tramoya,
en altamar perdido
flotando en una boya.

Cual pompa de jabón
enfrente de una espina,
basura de una fiesta
igual que serpentinas.

Idéntico al cuchillo
glacial de la zozobra
cuando el abatimiento
en mi interior maniobra.


Palabroide

Mi peregrinación
a la palabra
asido de una pausa
sempiterna.


Y dijo Dios

Todavía
no sabes hablar
y ya quieres
esculpir palabras
con tu charquito
de lodo.


Centinela ciego

Sé quién
anda ahí
por su aurífera
lengua
de raudos aforismos.


Artista

Si como afirma
Blaise Pascal que
la elocuencia
es la pintura
del pensamiento;
acabo de realizar
un cuadro
abstracto.


Nombradía

Palabra, dime tu nombre.


Conversación

El que fui y yo
no nos hermanamos,
agrios discutimos
de metamorfosis,
de un dios moribundo,
de piedras parlantes
y de amores idos.


Primeros auxilios

Lamiéndome las heridas
como quien lame un sobre
para sellarlo.


El tenorio

Quiso cortejar a las cosas
inquietándolas con piropos.
Fue persiguiendo a una fragancia
con estrepitosos suspiros.
Íntimo, le dijo a la brisa
hálitos que engendran rubor.

Mantuvo un diálogo galante
con la jovial hiedra de un muro.
Con su maletín cubrió un charco
para que cruzara una piedra,
puso su mano en los tobillos
de una gris y tímida banca.

Le hizo un guiño a una bicicleta
apoyada junto a un buzón;
la contienda de cada día
fue a ofrecerla a una estatua en ruinas.

Tendió su pañuelo bordado
para las lágrimas de aceite
de una máquina agonizante.
Besó a una puerta giratoria
¾De suyo, ¡qué bárbaro beso!¾
como en película de antaño.
Ante una sombra aristocrática
hizo una reverencia augusta.
Frente a la muchacha florista
dilató un coqueto silencio
con su mejor cara invisible.


Nupcias

El día en que mi sombra y yo
nos casamos,
nos hicimos promesas sentimentales,
votos imposibles.
Los anillos eran siluetas de vaho,
los invitados al banquete
brindaron escondidos
con pócimas espectrales.
En nuestra luna de miel
perdimos la virginidad
cerrando los ojos.
Le llevé el desayuno a la cama:
tajadas de sonámbula penumbra. 
Hemos sido semifelices.
Cuando la beso
se me ennegrecen los dientes.


Escena del crimen

Me sigue entre los muros de la noche,
se altera mi latir con su pisada
y surge a contraluz magnificada
ante los faros súbitos de un coche

Me espanto con el énfasis del eco
y presagio en la esquina una celada.
Con miedo, a tientas, tramo una pedrada
y propino con saña un golpe seco.

Contemplo su negrura sobre el suelo:
herida en la cabeza mortalmente.
Por no exponerla al morbo de la gente
con lástima, anormal, que hasta me asombra
cubro lleno de horror con un pañuelo
el rostro del cadáver de mi sombra.


Baja del ejército

No debe ya mirar
rostros de mujer cual si fueran
concupiscentes epifanías.
Mal visto que ande a la redonda
embistiendo con los labios
a femeninos e inquietantes
pies bajo las mesas.
No es de buen tono
ir tras el halo fragante
de las damas que bulliciosas
van de compras,
mucho menos proferir requiebros
con la voz polvorienta.
A sus edad ya no le es lícito siquiera
hojear las tórridas revistas
que manos más viriles
le arrebatan en los kioscos.


Arribo

Llega el día en que el amor
cierra el puente levadizo
con un siniestro ruido de cadenas herrumbrosas.
Día en que se pierde el frenesí
de las épocas en celo.
Se desploman de rancios los piropos
y se atrofian los ardides noveleros.
El corazón ya no se impacienta
con anárquicos latidos,
las manos olvidan los roces y caricias.
Los pies regresan a la tierra
después de galanos vuelos migratorios. 
Llega el día en que el amor declara
que la deleitosa agonía ha terminado.


Analogía 2

Igual a una fogata
que ya ha perdido el juicio
y quiere suicidarse
arrojándose al río.


Miramientos (villanela)

Pupilas como piedras con rocío,
retinas temblorosas que escudriñan
las oquedades puras del vacío.

Contemplo el orbe estéril que es más mío,
me llego a estremecer cuando me guiñan
pupilas como piedras con rocío.

La soledumbre tiene señorío
en desiertos que nunca desaliñan
las oquedades puras del vacío

¿No hay acaso belleza en lo baldío?
Lo exuberante y yermo: que ambos tiñan
pupilas como piedras con rocío.

La plenitud también produce hastío
mas pediré un fulgor cuando me ciñan
las oquedades puras del vacío.

Y aunque de mis palabras no me fío,
sé que risas y lágrimas me aniñan:
pupilas como piedras con rocío,
las oquedades puras del vacío.


Diatriba

Hablando mal de mí conmigo mismo,
hurgo en mi yo y emprendo una profunda
introspección de ególatra turismo,
un remedo de mí es quien me secunda.


Dicterio

Malgastando mi esperanza
en plegarias harapientas,
soy animal que anda a tientas,
trémulo, con desconfianza.
Mi identidad no me alcanza,
para mí soy un extraño,
pierdo vigor y tamaño.
A vivir no me acomodo
y a mi yo culpo de todo
cuando crédulo me engaño.


Tiempo

En la infancia
se descubre
que la eternidad
no se siente.


Escapatoria

Huyo de mí
rumbo a mis adentros,
a la prisión
del íntimo ego.
Una reunión
que es un desencuentro.


Nomás eso faltaba

Por si fuera poco:
cargar con el corazón y sus tiliches.
Subirlo al pecho como un fardo
de ropa maloliente.
Llevarlo de una orilla a otra,
sin apoyarse en nadie,
con un estoicismo vergonzoso.
Prendérselo como una insignia siniestra.
O bien, ir a sacarlo del laberinto,
de la fosa séptica
o la taberna: pagar lo roto
y disculparse.
De vuelta
no levantarle mucho la voz.
Y encima aguantarle sus lagrimitas.


Idilio

Imprudente,
se enamora.
Corazón de barro y cera
para endurecerse o derretirse
según los actos de quien ama.
Ahora su paisaje imaginario
se llena de sotos, tamarindos
y resina de ámbar:
estampas ternuroides que aprende
en versos de Virgilio.

Se contrista porque el idilio
y la imagen perseguida será
afamada entre sus dedos solitarios
por breve lapso.
Al concluir el trance
se duele porque
el desdén de la mesera
no era de la tristeza indicada.


Bandera blanca

Estoy listo para rendirme,
hay valor en mi cobardía.
Dejo todo en manos ajenas,
en la voluntad que no es mía.
He perdido sin cuenta darme
el espíritu que tenía.
El no continuar, pese a todo,
tiene algo de sabiduría.


Efluvios

Ella dijo, veraz, sin aspavientos,
que despido un olor, cierto regusto
a semen melancólico y vetusto
que emana de mi piel y movimientos.

Le exigí a mi organismo estar atento,
que no me diera más ningún disgusto,
la vista, olfato, oído, tacto y gusto,
pueden causar en otros desaliento.

Si soy agrio y mefítico es acaso
señal de que he vivido la derrota,
efluvios como estigmas del fracaso.

Si hasta ahora pensé que no se nota
es porque la mentira en que me baso
me ha servido muy bien y no está rota.


No

Digo que no
pero te espío,
digo que no
pero te sigo.
Digo que no
pero me escondo,
digo que no
cuando te nombro.
Digo que no
pero te pienso,
digo que no
aunque te espero.
Digo que no
pero te llamo,
digo que no
pero te amo.


Rito

Toda tú me erotizas;
de tus pies a tu frente
hago un imaginario
y lánguido trayecto
con mi lengua y mis labios.
Toma como un cumplido
el albino jarabe
que escurre por mis ingles,
por mis muslos morenos,
febril pulpa vertida
en un ámbito yermo.


Ambos

Te presiento
muy cercana,
porque el viento
tu olor gana.

Te he tocado
—compañera—
cual si al lado
te tuviera.

Me confortas
—flor en ciernes—:
tú me importas,
me conciernes.


Junk mail
                                              
Así como luce el ocaso dominical
con su matiz de incandescencia inútil
querría verte y descubrir tal vez
que tu cuerpo desnudo
a pesar de ti misma
propaga una insensata ternura
capaz de inducirme
a acariciar al tiempo en mis rodillas.

Quizá un fragmento de relámpago
pueda surgir de mi nulidad sentimental
al ver tu boca de ángel indócil
a quien seguramente se le derraman salitrosos
los “te quiero”.

Mis labios con costras
ya indoloras
son relevados por el teclado
que balbucea
y la pantalla catártica
que intenta remedar tu rostro.

Quizá yo estoy más solo
chica mala.

Sé que de nada te arrepientes.

Prometo no hablar de primaveras.
Nada de requiebros: cigarros, no cigarras.
Soy tu rucio sucio,
chip de besos lesos.
Pese a la diferencia de edades
me tuteas:
ninfa de corazón desdorado.


Casida

Se parece a la noche:
lúgubremente pura,
como el confesionario
que sabe de lujuria.

El cuenco de sus manos
es más apetecible que sus labios.

Sus poses restituyen
aquel ´placer siniestro
de las antiguas nobles
que provocaban duelos.

Una vez me ha tocado
y con mi sangre me dejó tatuado.


Insomnio

Ella es como
la litúrgica estrella
que cruza su ventana
buscando un espejo de lluvia
en donde reflejarse.
Ella es vigía del cofre nocturno
que recauda el firmamento,
con una trémula oscuridad
debajo de sus ojos:
el lucero remeda sus insomnes pupilas.
En conjunción forman
un solo astro
caprichoso e indiviso
de exánimes guiños.
No es la luz de una estrella extinta
o moribunda;
aunque a veces parece
que desea
desertar del Universo.


A primera vista

Me convertí en tu lacayo
en menos que mata un rayo.


Ámbito

El ámbito donde estuviste ayer
conserva su radiante
exactitud celeste,
el honrado perfume de tu nuca.

Y ángeles inoportunos
deambulan por la reverberación
de tu presencia.

Oprimido el césped,
aguarda el retorno
de tu pisada
que semeja un pájaro remiso.

Hasta el silencio
se ha quedado
ávido del rumor
de tus desplazamientos.


Diablo guardián

Un garabato de luz
vi en tu talle fugaz
y algo muy joven en mí
quiso alcanzar el olor de tu falda.

Cuando cruzaste ante mí
casi me escandalicé
cuando mi diablo guardián
puso su lengua vulgar en tu espalda.


Tus encantos más sencillos (villanela)

Tengo debilidad por tus tobillos,
tu nuca y el breve arco de tus cejas
porque son tus encantos más sencillos.

Llevas la austeridad de los membrillos
en la honesta belleza que reflejas
con la debilidad de tus tobillos.

Tus cejas son benévolos cuchillos
con los que bienhechoras llagas dejas
en quien ve tus encantos más sencillos.

Hay un matiz de pan que arroja brillo
rodeando con esperma muy añeja
esta debilidad por tus tobillos.

Me pierdo en tus nostálgicos pasillos
si alucino tus ojos como rejas:
la red de tus encantos más sencillos.

En estas preferencias me encasillo,
tras esa mansedumbre de tus cejas
y esa debilidad por tus tobillos
porque son tus encantos más sencillos.


Tenaz

Contigo
me he equivocado
una y otra vez
mas nunca
me he dado
por vencido:
tengo
voluntad de yerro.


Mismamente

Boca sin otro pan
que un tibio seno
bajo este cielo
de segunda mano.


Fiera

Tu corazón es de tiza:
si hoy a tus pasos me acoplo,
después se irá con un soplo,
de tu palma, mi ceniza.
Sé bien que eres tornadiza
con páramos y con picos
de amores pobres y ricos.
Cruel y aromática fiera:
te hace falta como quiera
mi voluntad en añicos.


Séquito

Ir tras de ti
como una sombra impuntual,
como una escolta de hormigas,
cual cisne quebrándose
que parece lisiado
fuera de su estanque.


Como tu indiferencia

Como tu indiferencia lo prefiera,
según decidas continuar dudando.
El tiempo, para ti, no implica “cuándo”:
tengo el deber de amarte aunque no quiera.

Tu eternidad será muy pasajera
y te me encajarás en lo más blando;
heridas de humo se me irán cuajando,
con tu frialdad se volverán de cera.

Al llamarte fingiéndote mi muerte,
cada pisada tuya que resuena
me pone el corazón engurruñado
y en presa encaramada se convierte.
Te lo confieso no sin poca pena:
puedo vivir sin ti pero a tu lado.


Decirte

No quiero
decirte nada,
junto palabras
tan sólo:
día descascarado,
pereza de sol y viento.

No quiero
decirte nada,
sólo busco entretenerte
y todo
se vuelve absurdo
como morder
una piedra.

No quiero
decirte nada,
trato sólo de rozar
tu aromática mejilla
con la punta
de una frase.

No busco
decirte nada,
sólo deseo
encontrarte
temblando,
desprotegida,
en mi ruta
de palabras.

No busco
decirte nada,
sólo pienso
estratagemas
para captar
tu atención
como un mimo callejero.

No busco
decirte nada,
sólo pretendo
nombrarte.

No quiero
decirte nada;
no obstante
no lo consigo.


Claridad

Tu claridad
me atraviesa.
Siendo sencilla
me hieres
pero benévolamente:
me haces creer
que soy noble.

Me conmueve
cualquier cosa,
hasta el vaivén
de tu puño
cuando escribes
un recado;
o tu forma
de sentarte.

Aroma de yerbabuena
vas esparciendo
a tu paso
y los objetos
te chistan:
te dicen linda
en secreto.

Tu claridad
me atraviesa,
siendo sencilla
me hieres.

Contigo
nadie se burla
si dices
que alguien
es bueno.


Nunca

Dijiste “nunca”
y todavía
es
nunca.


Amuleto

No es tu listón
en mi cintura.
No es un rizo
de tu pelo
ni tu tiara
de doncella.
No es tu pañuelo.
Es tu corazón
lo que en mis fauces llevo.


Otrosí

Con ese tatuaje
de cobra
encima de tu
Monte de Venus,
júrote
que me
erotizas.


Abordaje

Voy a invadir tus venas
con mi naval palabra,
porque el amor —lo sabes—
es una lengua bárbara.


Jaicusillo

¿Un haiku pides?
Hecho está. Eso es todo.
No es culpa mía.


Adiós

Adiós, aunque aún o llegas;
mil hurras por mi derrota
con una flor que no brota
y cosquillas solariegas.
Las penas son mis colegas
con pétalos en la fusta.
La lozanía vetusta
de tu piel fantasmagórica,
no es malabar de retórica,
dice adiós y eso me gusta.