viernes, 11 de octubre de 2019

Manual de Botánica 5 (Ciruelo)


Con inocentes ínfulas botánicas, exhibe su pequeña y sencilla flor que actúa como novia. En primavera, suele ser el primer ejemplar que risueño florece: será el morador más jovial de su humilde jardín o huerto con árboles frutales.
Su savia es rústica y la armadura del suelo no suele importarle. Es de índole florida por esencia. Con sus frutos es pródigo en colores: azul, rojo, púrpura, amarillo; en fin, todo un arco iris vegetal con pulpa dulce y firme. Postre revitalizador que hace que uno se sienta inmerecidamente noble. Bulbo nutritivo y versátil, no es un personaje rancio o insípido, figura como héroe de la lírica japonesa.
No merece ser equiparado con sus hermanos mayores, aunque a primera vista parezca un simple arbusto de obvia insignificancia.
Su cáscara evita enfermedades y todo lo sano le compete. Y para robustecer la vanidad humana... retarda el envejecimiento.

El donaire del ciruelo
entre el púrpura y el verde,
ni con el viento lo pierde:
semeja que inicia vuelo.
Propaga como un anhelo
botánico, su jugoso
aroma. No es un coloso
de raíces muy profundas
mas yo sé que me secundas
si febril su fruto acoso.