Sextina de la
gorgona
Una bastante fea
que me gusta
tiene el pelo
dorado mas sin brillo,
no obstante luce
bien si lo trae suelto.
Se cree mujer
fatal, tacón de mundo
mas su
libertinaje es algo torpe
que
me conmueve en vez de hacerme daño.
Tampoco sus
desplantes me hacen daño,
incluso su desdén vulgar me gusta.
También para
vestir es algo torpe,
prefiere el
oropel, el vacuo brillo,
se muestra
desafiante contra el mundo
cual corazón en tiras que anda suelto.
De noche al
evocarla no la suelto
—soñar despierto
causa poco daño—
y es un íngrimo
vicio en todo el mundo.
Me pongo melancólico y me gusta
pensarla en una barca y
junto al brillo
de un lago
mientras voy remando torpe.
Sin estilo ella
fuma y es tan torpe
que tose tras un
biombo de humo suelto:
traza un rostro
el cigarro con su brillo.
A rachas se le
antoja hacerme daño,
ser un hada
procaz e infiel le gusta,
con escupir
bendice a medio mundo.
No me envilezco
ante ella o ante el mundo
si por idealizarla he sido torpe
—aunque de sobra sé
que no le gusta—.
Mis palomas de amor de espaldas suelto
prevenidas de algún
posible daño
si ella porta un puñal de obsceno brillo.
Sus
ojos no engarrotan con su brillo
ni le sirven de gancho por el mundo.
Si quiere
someterme haciendo daño
me haré pasar por marioneta torpe,
dislocada y con más
de un hilo suelto,
tal representación a ella le gusta.
La ex doncella
sin brillo exige al mundo
que no la salve un torpe que ande suelto:
no le gusta
y si insiste le hará daño.