sábado, 3 de marzo de 2012

Homo Lectoris 2 (Signos)





Todo comenzó cuando un bípedo peludo fue capaz de comprender un “signo” dejado por uno de sus semejantes. Leyó. Y al leer pudo columbrar la índole de un vecino incógnito. Un símbolo elemental y burdo, pero que representaba algo de su entorno, muy común. Quizá lo reprodujo, justo a un lado, para transmitirle a su prójimo que había captado la idea ya que era muy listo o muy lista. Mejor aún, ante el estímulo de la creatividad ajena se animó a elaborar su propio signo. Y poco después, el otro o la otra (lector o lectrix), al acudir de nuevo al punto de la epifanía logra interpretar la añadidura a su trazo. Mediante un código embrionario leen lo que cada quien ha pensado. En un principio, probablemente el devaneo no les pareció de mucha utilidad. No lo saben pero su invento será un recurso poderosísimo. Al descifrar un garabato se han vuelto otro tipo de criaturas. Con un grafismo ya pueden sugerir lo ausente. Hay imaginación. Leen esa señal figurativa. Bienvenidos al mundo de la lectura.