Más bien por voluntad que
acto reflejo,
te seguiré esperando todavía
para desopacar mi biografía
incluso amarilleándome de
viejo.
Alerta -con tu efigie en mi
entrecejo-
donde pensarte anónima
solía,
viudo de ti y en plena
soltería
haciéndole a tu máscara el
cortejo.
Te seguiré esperando como
pueda;
para orientarte emitiré
señales
con una melancólica humareda,
seguro de poder reconocerte
y obstinado en mostrar
signos vitales
repeliendo a las larvas de
la muerte.