Gentiles damas
y nobles caballeros: no padezcan más. Les ofrezco a un módico precio el mejor
reconstituyente del mundo. Un elíxir maravilloso que no tiene parangón: lo cura
todo. En estos humildes frasquitos está contenida la fórmula milagrosa
desarrollada por mí siguiendo los sabios consejos de los brahamanes de Punyab. Esta
pócima sacó de su postración melancólica a la bella princesa Gayatri tras
infructuosos intentos de los médicos de su corte. Un bebedizo fenomenal que alivia
no sólo las miserias corporales, sino también las del corazón y el alma. No es
un vulgar jarabe que engatusa al organismo; no. Cura la diabetes, la
hipertensión, las muelas cariadas, mordeduras de serpientes, la impotencia, infecciones
bronquiales, la anorexia, la obesidad, el hipo, el insomnio, la neurastenia, el
reumatismo y cualquier tipo de parálisis. Erradica parásitos, flatulencias, la
facundia filosófica, las ínfulas literarias, las aspiraciones de vanas glorias
deportivas, inquietudes ecológicas, los afanes de salvar a la humanidad.
Sosiega las cuitas amorosas, la pena negra, la nostalgia, la frustración. Atenúa
el lastre de las ilusiones. Fortifica la autoestima, hace crecer el cabello,
elimina las arrugas, remueve de la ropa las manchas más difíciles. Su fragancia
es un potente afrodisíaco que decuplica los orgasmos. Infunde vigor espiritual,
es un excelente aditivo que hace rendir en un 200% el combustible de su
automóvil y ahuyenta a cualquier tipo de virus de su computadora.
Puede usarse como
insecticida e ingerido en dosis adecuadas (óptimas) produce una sutil
embriaguez que predispone a las confidencias con la propia sombra como si fuera
compañera de celda. Lleven consigo esta maravilla que no tiene fecha de
caducidad a un precio ridículo. No se amontonen. Hagan fila.