miércoles, 21 de enero de 2015

Merolico


Gentiles damas y nobles caballeros: no padezcan más. Les ofrezco a un módico precio el mejor reconstituyente del mundo. Un elíxir maravilloso que no tiene parangón: lo cura todo. En estos humildes frasquitos está contenida la fórmula milagrosa desarrollada por mí siguiendo los sabios consejos de los brahamanes de Punyab. Esta pócima sacó de su postración melancólica a la bella princesa Gayatri tras infructuosos intentos de los médicos de su corte. Un bebedizo fenomenal que alivia no sólo las miserias corporales, sino también las del corazón y el alma. No es un vulgar jarabe que engatusa al organismo; no. Cura la diabetes, la hipertensión, las muelas cariadas, mordeduras de serpientes, la impotencia, infecciones bronquiales, la anorexia, la obesidad, el hipo, el insomnio, la neurastenia, el reumatismo y cualquier tipo de parálisis. Erradica parásitos, flatulencias, la facundia filosófica, las ínfulas literarias, las aspiraciones de vanas glorias deportivas, inquietudes ecológicas, los afanes de salvar a la humanidad. Sosiega las cuitas amorosas, la pena negra, la nostalgia, la frustración. Atenúa el lastre de las ilusiones. Fortifica la autoestima, hace crecer el cabello, elimina las arrugas, remueve de la ropa las manchas más difíciles. Su fragancia es un potente afrodisíaco que decuplica los orgasmos. Infunde vigor espiritual, es un excelente aditivo que hace rendir en un 200% el combustible de su automóvil y ahuyenta a cualquier tipo de virus de su computadora.
Puede usarse como insecticida e ingerido en dosis adecuadas (óptimas) produce una sutil embriaguez que predispone a las confidencias con la propia sombra como si fuera compañera de celda. Lleven consigo esta maravilla que no tiene fecha de caducidad a un precio ridículo. No se amontonen. Hagan fila.