miércoles, 22 de julio de 2015
Esbozo
Es un boceto a lápiz
(que no se le parece)
lo único que tengo
para que la venere
es un apunte torpe
de trazos inexpertos
una intuición apenas:
la espuma de su espectro
son líneas con un lápiz
(que no le hacen justicia)
como un ritual a solas
de mi alma a Usté adicta
como un perfil a ciegas
mientras hago progresos
con la dádiva suya:
la puerta que me ha abierto
viernes, 3 de julio de 2015
Esperando a los bárbaros
(Con perdón de Kavafis)
—¿Qué hacen todos congregados en la plaza con sus teléfonos celulares, sus computadoras portátiles, sus reproductores de mp3 y sus cámaras fotográficas de alta resolución?
—Hoy arriban los bárbaros.
—¿Por qué están los gobernantes, como siempre, holgazaneando sin legislar y sobándose los testículos?
—Es que hoy llegan los bárbaros. Además, de qué servirían las leyes. Cuando lleguen los bárbaros habrá nuevos decretos.
—¿Por qué nuestro Mandamás madrugó luciendo bata con filigranas doradas, con una copa de champaña en la mano y fue a echarse despatarrado en su sillón de piel de cebra, portando las medallas que él mismo se ha adjudicado?
—Porque hoy llegan los bárbaros y piensa recibir a su líder otorgándole preces, insignias y nombramientos corporativos rimbombantes de todas las empresas que tienen cobertura global en nuestro humilde y azulino planeta.
—¿Por qué nuestros ministros salieron con sus onerosos trajes Armani, luciendo brillantes relojes y anillos de graduación de Harvard y Stanford? ¿Por qué ostentan arrogantes fistoles de mando en las solapas con incrustaciones de zafiro y diamante?
—Porque hoy llegan los bárbaros y a ellos los conmueven tales perifollos. Sollozan ante las joyas que dan cuenta de grandes logros financieros y estafas con dinero que no existe en ninguna parte.
—¿Por qué no acuden nuestros magnos oradores a impresionarnos con su vacua y demagoga facundia?
—Vienen los bárbaros y ellos repudian los rollos, esa retórica nutrida de palabrería quebradiza. A menos que se adjunte un contrato de compra-venta de acciones, bonos y otros papeles importantes.
—¿Por qué de pronto tanta angustia y tanto ajetreo? ¡Y esos rostros tan atemorizados! ¿Por qué abandonan la plaza corriendo, pisoteando sus dispositivos electrónicos de la más avanzada tecnología? ¿Por qué se parapetan en sus casas y ya no encienden sus televisores para ver tranquilos y cándidos sus películas porno o programas de concursos?
—Porque cae la noche y esos jodidos bárbaros no llegaron. Y desde la frontera nos han enviado un mensaje masivo tipo junk mail por internet anunciando que los bárbaros ya no existen.
—¿Y ahora? ¿Qué será de nosotros sin los bárbaros? Al menos ellos parecían ser buena onda.
martes, 16 de junio de 2015
Mala hierba
Un corazón de yesca
en el pueblo fantasma
con vaivén azaroso
en permanente errancia,
cual arbusto rodante
cruza a golpes de viento,
marchito, sobre el polvo
quemante del desierto:
del cercano horizonte
avanza un remolino
galopando veloz
y no es un espejismo.
martes, 9 de junio de 2015
Sonetisto
(Epífora endecasílaba con sonetillo interno heptasílabo)
—Te arreglas muy coqueto. —Ya estoy listo.
—¡Y con saco bordado! —Fue el modisto.
—¿Para qué este soneto? —La conquisto.
—Pero eso es anticuado. —Me resisto.
—¿Si le apetecen flores? —Voy provisto.
—¿Y si ella te rechaza? —Pues insisto.
—¿Si objeta tus amores? —No desisto.
—Supón que te amenaza. —Le despisto.
—¿Si se torna iracunda? —Lo he previsto.
—Si piensas lo que pienso... —Luego existo.
—Mereces una tunda. —Mucho disto.
—Al mal eres propenso. —¡Está visto!
—¿Y si ella se desmaya? —La desvisto.
—¡Te pasas de la raya! —No soy Cristo.
sábado, 30 de mayo de 2015
El soledoso
A diferencia de otros de este gremio,
le hablo a mi soledad de cosas vanas,
coloco una diadema entre sus canas
y la invito a bailar en plan bohemio.
No es una penitencia o leso premio,
aunque sin brillo son sus filigranas
es más dulce que insípidas fulanas
a las cuales por regla soy abstemio.
Le acomodo el listón de las caderas,
sostengo su espejito al maquillarse,
remiendo su senil ropaje de hada.
Me luzco de su brazo en las praderas
y la beso en la frente al acostarse:
con los años se ha vuelto recatada.
sábado, 23 de mayo de 2015
Amores para siempre
Parece ser que el concepto de los amores para
siempre ya existía antes que el mismísimo Dios, es decir en una Era X. Por lo
menos con quince minutos de anticipación. Son absolutos los amores para
siempre, están hechos de un sustrato alucinógeno, de una membrana evaporada que
cubre a quienes se abrazan al vacío. Los amores para siempre son todo capítulo
inicial de las religiones y las ciencias.
Los amores para
siempre enjoyan cualquier harapiento sentimentalismo, vuelven tórrido y astuto
incluso al más pacato en el momento de repetir esas mentiras que se ansía tanto
creer: táctiles entelequias, ilusiones aromáticas para corporeizar al tiempo.
Contradictoriamente,
no es el ave fénix el emblema de los amores para siempre, sino la rosa.
Mi amor para siempre es más para siempre que
cualquier otro.
viernes, 24 de abril de 2015
Suelas
Algunas calles de Pompeya
carecían de adoquines. Sulpicia acostumbraba recorrerlas cuantas veces fuera
conveniente para publicitar su trabajo. Como promotora de sí misma, se esmeraba
en la tarea debido a la numerosa competencia. Hacía trayectos mañana, tarde y
noche ya que, según su propia ética laboral, debía estar disponible las
veinticuatro horas. La clientela era huérfana de horario.
Con pleno convencimiento de que
para prosperar era necesario invertir, Sulpicia erogaba un porcentaje de sus ganancias
en su más importante herramienta de propaganda: suelas para sandalias.
Anunciarse con frecuencia era vital para mantenerse en el mercado, "en la
andanza" según la jerga del gremio.
Sulpicia tuvo
la idea de ofrecer sus servicios de un modo inusual al advertir cómo un
pastorcillo daba con una cabra perdida siguiendo el rastro. A ella le pareció
notable que entre muchas otras huellas de rebaños, el pastorcillo fuera capaz
de identificar sin titubeo alguno a la cabra fugitiva. El muchacho le dio a conocer
su secreto. Una pezuña de la cabra tenía una hendidura peculiar, muy abierta,
que la diferenciaba. De este modo la pesquisa era fácil. Sulpicia de inmediato
tuvo un brote de creatividad. Eso era lo que necesitaba: un distintivo, una
marca. Algo que la hiciera sobresalir del resto, un detalle único que no
tuvieran sus colegas. Con entusiasmo, se dirigió a su casa volviendo la cabeza
intermitentemente para mirar sus propias pisadas en el polvo.
El primer
experimento fue con un par de sandalias viejas a las que Sulpicia adhirió con
cola, unas cuentas de vidrio en una suela; las dispuso desde el talón hacia la
punta de tal forma que su nombre pudiera leerse. Luego de secar el pegamento,
hizo un experimento en el patio. Salvo por lo torcido de algunas letras, su
nombre quedaba perfectamente impreso en la tierra. Satisfecha con el resultado,
preparó la otra suela con la palabra "Sígueme". El resto no era más
que salir a las calles de Pompeya y la audaz campaña para atraer clientes
estaría en marcha.
Sin embargo,
Sulpicia pronto se dio cuenta con desencanto que en pleno trajín algunas
cuentas de vidrio terminaban por desprenderse. La idea era buena pero
mejorable. Un nuevo relámpago inspirador vino en su ayuda: sus sandalias con
suelas de madera. De hecho las prefería ya que estaban cubiertas por delante
protegiéndola mejor del agua y el barro, además de estar hechas con un
llamativo color rojo.
Primero intentó
ella misma grabar la suela con cuchillo, pero su impericia y las poco
hechiceras cortaduras en sus manos la persuadieron de que era mejor acudir a un
carpintero. A la vuelta de su casa había uno muy hábil quien le resolvió el
problema y hasta le hizo en tablillas de cera, varios diseños tentativos para
que eligiera según sus gustos y propósitos.
Sulpicia quedó
encantada con sus suelas. Podía caminar sobre los terrenos más inhóspitos con
la confianza de que sus huellas dejaban una nítida y muy particular marca, sin
preocuparse por la reciedumbre de su trajín.
Era la meretriz
más cotizada en toda Pompeya: "Sulpicia. Sígueme. 15 ases".
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