miércoles, 19 de agosto de 2015
La hiena
—Niños, pues... la lección para este día
es la hiena, del can, atroz parienta;
habitante del África en jauría.
Fétida: de carroña se alimenta
incluso si la encuentra putrefacta.
Sólo una vez al año se aparea,
imita nuestra risa casi exacta...
¡Ea, niño!... ¿Captaste bien la idea?
—No, Maestra; la hiena es complicada
y todo me parece un disparate:
la puta vive en casa 'e la chingada,
nada más come mierda y de remate
sólo folla una vez con su pareja...
¿De qué se ríe entonces la pendeja?
lunes, 27 de julio de 2015
Yantar de Gesta 4 ( Reglas gastronómicas de Angelina Jolie)
º Nadie sabe con precisión qué cantidad significa "una pizca de sal".
º Los platillos —una vez cocinados y servidos– nunca lucen como los de la fotografía del recetario. Todas las fotos de los libros de cocina están más retocadas que una portada de la revista "Vogue".
º El hecho de cocinar una misma receta en dos sartenes distintas no se debe a problemas territoriales, sino a diferentes tiempos necesarios de cocción.
º Algunas chuletas deben someterse a un serio examen forense previo. En especial si se vive en Monterrey.
º Recordar siempre, que en algunos países, se considera de buen tono que el mantel de la mesa termine como el Sudario de Turín: con toda clase de manchas auténticas y apócrifas.
º Cuando se indique: "Hierva alrededor de medio litro de agua", no quiere decir que se ponga usted a dar vueltas en torno a la cazuela.
º La diferencia entre una cucharadita de sémola colmada o rasa es cuestión del pulso de la mano.
º Para hacer una buena pizza hay que dar a la masa, 53 volteretas en el aire (libre de aromas intrusivos), durante cinco minutos y trece segundos exactos.
º Todas las recetas de cocina deben terminar con una instrucción muy pertinente: "Servir".
º No se exija mucho en una cena formal. Lo más seguro es que para cuando usted tenga listo el menú, sus comensales ya estén borrachos.
º Si tiene problemas, acuda al restaurante más cercano.
º Por último, un proverbio materno: todos los frijoles se cuecen de modo diferente en cada casa.
miércoles, 22 de julio de 2015
Esbozo
Es un boceto a lápiz
(que no se le parece)
lo único que tengo
para que la venere
es un apunte torpe
de trazos inexpertos
una intuición apenas:
la espuma de su espectro
son líneas con un lápiz
(que no le hacen justicia)
como un ritual a solas
de mi alma a Usté adicta
como un perfil a ciegas
mientras hago progresos
con la dádiva suya:
la puerta que me ha abierto
viernes, 3 de julio de 2015
Esperando a los bárbaros
(Con perdón de Kavafis)
—¿Qué hacen todos congregados en la plaza con sus teléfonos celulares, sus computadoras portátiles, sus reproductores de mp3 y sus cámaras fotográficas de alta resolución?
—Hoy arriban los bárbaros.
—¿Por qué están los gobernantes, como siempre, holgazaneando sin legislar y sobándose los testículos?
—Es que hoy llegan los bárbaros. Además, de qué servirían las leyes. Cuando lleguen los bárbaros habrá nuevos decretos.
—¿Por qué nuestro Mandamás madrugó luciendo bata con filigranas doradas, con una copa de champaña en la mano y fue a echarse despatarrado en su sillón de piel de cebra, portando las medallas que él mismo se ha adjudicado?
—Porque hoy llegan los bárbaros y piensa recibir a su líder otorgándole preces, insignias y nombramientos corporativos rimbombantes de todas las empresas que tienen cobertura global en nuestro humilde y azulino planeta.
—¿Por qué nuestros ministros salieron con sus onerosos trajes Armani, luciendo brillantes relojes y anillos de graduación de Harvard y Stanford? ¿Por qué ostentan arrogantes fistoles de mando en las solapas con incrustaciones de zafiro y diamante?
—Porque hoy llegan los bárbaros y a ellos los conmueven tales perifollos. Sollozan ante las joyas que dan cuenta de grandes logros financieros y estafas con dinero que no existe en ninguna parte.
—¿Por qué no acuden nuestros magnos oradores a impresionarnos con su vacua y demagoga facundia?
—Vienen los bárbaros y ellos repudian los rollos, esa retórica nutrida de palabrería quebradiza. A menos que se adjunte un contrato de compra-venta de acciones, bonos y otros papeles importantes.
—¿Por qué de pronto tanta angustia y tanto ajetreo? ¡Y esos rostros tan atemorizados! ¿Por qué abandonan la plaza corriendo, pisoteando sus dispositivos electrónicos de la más avanzada tecnología? ¿Por qué se parapetan en sus casas y ya no encienden sus televisores para ver tranquilos y cándidos sus películas porno o programas de concursos?
—Porque cae la noche y esos jodidos bárbaros no llegaron. Y desde la frontera nos han enviado un mensaje masivo tipo junk mail por internet anunciando que los bárbaros ya no existen.
—¿Y ahora? ¿Qué será de nosotros sin los bárbaros? Al menos ellos parecían ser buena onda.
martes, 16 de junio de 2015
Mala hierba
Un corazón de yesca
en el pueblo fantasma
con vaivén azaroso
en permanente errancia,
cual arbusto rodante
cruza a golpes de viento,
marchito, sobre el polvo
quemante del desierto:
del cercano horizonte
avanza un remolino
galopando veloz
y no es un espejismo.
martes, 9 de junio de 2015
Sonetisto
(Epífora endecasílaba con sonetillo interno heptasílabo)
—Te arreglas muy coqueto. —Ya estoy listo.
—¡Y con saco bordado! —Fue el modisto.
—¿Para qué este soneto? —La conquisto.
—Pero eso es anticuado. —Me resisto.
—¿Si le apetecen flores? —Voy provisto.
—¿Y si ella te rechaza? —Pues insisto.
—¿Si objeta tus amores? —No desisto.
—Supón que te amenaza. —Le despisto.
—¿Si se torna iracunda? —Lo he previsto.
—Si piensas lo que pienso... —Luego existo.
—Mereces una tunda. —Mucho disto.
—Al mal eres propenso. —¡Está visto!
—¿Y si ella se desmaya? —La desvisto.
—¡Te pasas de la raya! —No soy Cristo.
sábado, 30 de mayo de 2015
El soledoso
A diferencia de otros de este gremio,
le hablo a mi soledad de cosas vanas,
coloco una diadema entre sus canas
y la invito a bailar en plan bohemio.
No es una penitencia o leso premio,
aunque sin brillo son sus filigranas
es más dulce que insípidas fulanas
a las cuales por regla soy abstemio.
Le acomodo el listón de las caderas,
sostengo su espejito al maquillarse,
remiendo su senil ropaje de hada.
Me luzco de su brazo en las praderas
y la beso en la frente al acostarse:
con los años se ha vuelto recatada.
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