Tras contados segundos de penumbra se reinstauró la luz en el salón, hallándose a la anfitriona de la casa apuñalada por la espalda. Fue unánime la sospecha de que el lector era el único culpable.
viernes, 1 de octubre de 2010
viernes, 17 de septiembre de 2010
Cartilla Sextina 2
Vampírica Sextina
De joven te ofrecí un pacto de sangre
sin conocerte, porque estaba solo.
Te busqué en los pasillos de la noche,
con mi usual preferencia por el negro.
Un cuervo que no sé de dónde vino
me dirigió a las puertas de una fiesta.
Me infiltré en la anarquía de la fiesta
y aticé la vehemencia de mi sangre
con los ásperos tragos de un mal vino.
Compadeciéndome al estar tan solo,
sin dudar, escogí un destino negro:
te invoqué como reina de la noche.
Aquella tétrica y difusa noche,
juré solemne en medio de la fiesta
Soy vino que consagras en tu fiesta,
sangre fatal de concubino solo,
rocío negro de la roja noche.
De joven te ofrecí un pacto de sangre
sin conocerte, porque estaba solo.
Te busqué en los pasillos de la noche,
con mi usual preferencia por el negro.
Un cuervo que no sé de dónde vino
me dirigió a las puertas de una fiesta.
Me infiltré en la anarquía de la fiesta
y aticé la vehemencia de mi sangre
con los ásperos tragos de un mal vino.
Compadeciéndome al estar tan solo,
sin dudar, escogí un destino negro:
te invoqué como reina de la noche.
Aquella tétrica y difusa noche,
juré solemne en medio de la fiesta
que te sería fiel —siempre de negro—
ratificando el trato con mi sangre
e instauré un rito erótico yo solo
e instauré un rito erótico yo solo
por una idea oscura que me vino.
De mí extracté el comprometido vino
y te intuí cercana en esa noche
y te intuí cercana en esa noche
—destreza natural de un hombre solo—.
En mi patíbulo ofrecí otra fiesta
tu barbilla temblaba por mi sangre
con sed de convertirme en paje negro.
Con góticos atuendos color negro
tu espectro corruptor hacia mí vino
y de mis labios obtuviste sangre,
con sed de convertirme en paje negro.
Con góticos atuendos color negro
tu espectro corruptor hacia mí vino
y de mis labios obtuviste sangre,
—no del cuello— violando aquella noche
la vampírica pompa de la fiesta
sintiendo amor por quien estaba solo.
Mi corazón pasó a adornar tan sólo
al cuervo en tu blasón con fondo negro
que sueles exhibir en cada fiesta
a la hora del éxtasis del vino,
Mi corazón pasó a adornar tan sólo
al cuervo en tu blasón con fondo negro
que sueles exhibir en cada fiesta
a la hora del éxtasis del vino,
elíxir que destilas cada noche
a partir de mis óbolos de sangre.
a partir de mis óbolos de sangre.
Soy vino que consagras en tu fiesta,
sangre fatal de concubino solo,
rocío negro de la roja noche.
El Vampiro
Comenzaron mis sospechas
cuando contemplé pasmado
que a las brasas del fogón
arrojaba su rosario
viernes, 27 de agosto de 2010
Fórmula para amar a dos hombres a la vez
Cuando estés con él también desea al otro. Que éste te subyugue y a aquél sométete. Dile a uno bello pero al otro primoroso. A aquél llévalo en la sangre y al otro junto al pecho. Suspira por el ausente y vibra con el que está. Sé verduga de éste y con aquél no tengas clemencia. Siembra incertidumbre en la cabeza del confiado e infecta de celos el corazón del que no duda. Ante uno vístete de incendio y detrás del otro lleva quemantes ornamentos. Debajo de la mesa enlaza tus dedos con este que se alimenta mientras con el pie acaricias el empeine de aquel que dialoga. Lleva tatuados los besos de uno en la cintura y los del otro hazlos tintinear en tus caderas. Envenena a aquél con tu saliva y a éste corrómpelo. Engaña a uno y sé traidora del otro. Unta en tus tobillos la pulpa de varón del más contiguo y frota tus muñecas con el polen del más lejano. Frente a éste luce pálida y junto a aquél languidece. Sé quebranto de uno y enfermedad del otro. Piérdetele al que te sigue y esquiva al que te encuentras.
Que no se entere tu mano diestra de lo que hace tu siniestra.
martes, 17 de agosto de 2010
Coba Nasal
Soñé, Amiga, que frente a todos acariciabas suavemente con dos dedos mi nariz. Con morosidad y hasta con cariño para luego hacerle un torniquete. Quedé intrigado unos instantes: la ocurrencia de un acto así en un lugar público fue algo tan inesperado como exótico. Todos nos miraron con reacciones de lo más diversas, tus conocidos desde luego en plan de burla. Aunque parezca absurdo tuve una ilusión dentro del sueño: creí que era tu forma de demostrarme que finalmente me aceptabas tal y como soy: un engendro narigón. Al despertar seguí pensando lo mismo. Ay, Amiga, ¿era posible que por fin llegaras a sentir ternura por este cartílago titán, por esta protuberancia que hubiera sido la diatriba de un Cyrano por fin desagraviado? El sueño reverberaba en mí con todas sus sensaciones y hasta tu perfume persistía, cosa rara, tomando en cuenta que ésta, mi energúmena olfativa suele consumir y no dejar ni pizca de cualquier esencia tuya. Tú misma asegurabas, Amiga, que esta napia de elefante era un peligro al aspirar un frasco perfumado porque extinguía el contenido en un segundo. Por supuesto siempre he creído que esas frases son una forma especial y oblicua de manifestar tu simpatía por mí, de alegrarme con tu ingenio. No paro de reír cuando dices que el peso de mi trompa me hace perder el equilibrio, o que con un leve estornudito puedo provocar una borrasca. Creo intuir una dulce emoción reprimida detrás de tus palabras guasonas. Se nota que te conmueves cuando entre tus allegados te refieres a mí como la meganariz hipermoquera, la escuadra de medir el infinito.
lunes, 9 de agosto de 2010
martes, 3 de agosto de 2010
Alejandrino A Alejandra
Para la Pizarnik
Flora flor espumosa, tu angustia está de fiesta,
tu corazón fatal de aurícula de tinta
es un alfiletero convulso en una cesta
que ante la misma duda sangra en forma distinta.
A acariciar violetas te duermes predispuesta
desde que las palabras te dejaron encinta,
y bajo tu escritorio un súcubo se acuesta
sobre tus mocasines royéndoles la cinta.
Camaleónica niña bonita aunque reniegues,
como un ángel proscrito, en cenizas alzada,
viajas a la Inocencia que ayuna hasta que llegues.
Al jugar a las rondas la muerte te hace muecas
de mofa con ternura, porque eres la espantada
niña que despanzurra llorando a sus muñecas.
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