Van a lincharte. No solo les
irrita tu facundia. Creen que eres aliada de la secta maligna, idólatra de íncubos.
Que practicas magia dañina con fórmulas, números y teoremas. Tus cálculos son
el mapa de un reino de tinieblas. La ciencia es lo propio de una hetera impía. Si
el saber es tu religión, estás condenada. Confundes tierra firme con el fango.
No has aprendido a desconfiar de tu instinto. Tus inventos son vehículo del mal
y cuando desde el faro miras el firmamento es para convocar una calamidad.
Alejandría ya no es territorio seguro: vienen por ti. Traen un nuevo dogma:
intolerancia. Erudición en mente de mujer es contranatura. Tú y tu cogitaciones
filosóficas profundas: ¿De qué modo es “Así”? ¿Cuándo es “Ahora”? ¿Dónde queda
“Ahí”? ¿A qué hora es “Ya”? Son cristianos. Perdónalos, no saben lo que hacen.
Quieren rasgar tu ropa y después arrastrarte desnuda por las calles. Con
afiladas conchas de ostra cortarán tus pechos tal como el Cono de Apolonio. Un
escriba referirá: Ella, con resplandor propio encendió su hoguera. La turba:
contenta, como siempre que la satisfacción es proporcional a la estupidez.
miércoles, 27 de junio de 2012
lunes, 18 de junio de 2012
Diezmos 10
Décima pilarcaica quasi mística con prosilla castellana
¿Dó vas oy tan garridica
dexándome congoxoso?
¿Buscáis galán o un esposo
con tu ajuar de pastorcica?
¿Por qué huysme, qué os pica,
si a la çaga de tu huella
aqueste cuerpo resuella?
No esperéis una guirnalda:
dejad caer vuestra falda
que os quitaré lo doncella.
martes, 12 de junio de 2012
Charcos 1
fin del chubasco
tras tu andar por las calles
guiñan los charcos
trémulo charco
la mujer con paraguas
¡lo turba tanto!
¡cuán caluroso!
una mujer con falda
brincando un charco
tu pie en un charco
tu ondulante pisada:
agua de encanto
fin del chubasco
coquetando a las damas
guiñan los charcos
tras tu andar por las calles
guiñan los charcos
trémulo charco
la mujer con paraguas
¡lo turba tanto!
¡cuán caluroso!
una mujer con falda
brincando un charco
tu pie en un charco
tu ondulante pisada:
agua de encanto
fin del chubasco
coquetando a las damas
guiñan los charcos
jueves, 31 de mayo de 2012
Exposición de un coleccionista (Cuadro primigenio)
Cuadro primigenio
El arte de la pintura empieza con
un punto. Una serie de puntos da lugar a una línea y después tenemos un plano.
De tal modo lo afirma Leonardo da Vinci y no soy quien para contradecirlo dado
mi nivel de coleccionista aficionado. Ese es el punto.
El título del cuadro que
generosamente comparto es “Cero a la izquierda – Cero a la derecha”, título muy
elaborado para mi gusto. Fue adquirido en un tianguis de mi barrio, dentro de
las actividades organizadas en la colecta anual de la Cruz Roja. Ejerzo mi
derecho a no difundir autor ni precio para no trastornar el mercado
internacional de las obras pictóricas, tan proclive a las transacciones
especulativas. A últimas fechas las telas de encumbradas galerías y colecciones
privadas se tasan con montos enormes. Por otra parte las falsificaciones
también están a la orden del día.
Como puede admirarse, el cuadro
no carece de profundidad pese a ser todo centro que se convierte en eje como
corresponde a un punto. Destaca también por su expresión contenida carente de
contenido. Su tácita exuberancia emana de la evocadora noción de aquella
partícula primigenia, infinitesimalmente pequeña que en teoría dio origen al
universo. De ahí su densa gama espacial. Casi la Nada, que es, a un tiempo, la
No-Nada y lo que resta. Lo que es simple se vuelve complejo, es decir, complejo
de inferioridad. Con una clara tendencia preultraneobarroca el artista logra
temperar el rigor técnico y los matices propios de las perturbadora y perturbada
escuela cientificista; lo que ocurra primero. Amén.
La obra estuvo perdida algunos
años pero lo intrigante es que figuraba en el índice de adquisiciones de dos
importantes museos británicos. Entre algunos críticos se decía haberla visto en
la sala de espera de un dentista groenlandés. Sus características fueron referidas
en respetables boletines de arte
sin que nadie fuera capaz de dar cuenta de su paradero. Por desgracia fue
encontrada.
lunes, 21 de mayo de 2012
Cartilla Sextina 7
Sextina del
retoque
Como cualquier
artista que se jacte
de ser capaz de
un mínimo de tacto,
retoco a mi
modelo pues su fama
en la posteridad
depende de ello.
Pero hay que
hacerlo bien, sin que se note
la chapuza, el
favor; no hacer un timo.
Es una cirugía,
nunca un timo.
Hay que hacer
que la fémina se jacte
de su belleza y
todo el mundo note
que el lienzo o
la escultura son al tacto
como la
original. Me empeño en ello
con tal de que
mi amor me traiga fama.
Leonardo y
Miguel Ángel tienen fama
porque cubrir
defectos no fue un timo,
sus musas lo
agradecen, prueba de ello
es que ninguna
hay que no se jacte.
Todo fue
proceder con gracia y tacto
para
que el hombre de hoy ni un fallo note.
Para que su ojo
miope no se note
le he quitado
las gafas, tienen fama
de poco
seductoras y es por tacto
que hago nívea
su tez no es simple timo
para que su ego
anémico se jacte
del celo en que
al plasmarla pongo en ello.
Su andar, es
menester hacer con ello
algún truco sutil, que no se note
su pie zambo. Si
quiere que me jacte
de
mi obra y que la encumbre hasta la fama
sus
piernas puliré pues no es un timo
darles
fulgor y suavidad al tacto.
Y aunque parezca
abuso tanto tacto,
es ética y pudor
no ahondar en ello:
porque sus
pechos vastos son un timo
la cicatriz haré
que no se note
y así postizos
ganarán la fama
para que ella
inmortal de sí se jacte.
No es que me
jacte de prevista fama
mas no confundo
al tacto con el timo
y ello el
Parnaso espero que lo note.
martes, 15 de mayo de 2012
Winona uñas largas
Comencé desde muy pequeña robando
barras de chocolate en la tienda de la esquina. En realidad a mí no me gustaban
los dulces por lo que se los ofrecía a los niños pobres del barrio que,
harapientos, iban de un lugar a otro, haraganeando en lotes baldíos o en busca
de alguien a quien gorronearle una moneda. Luego el impulso me vino cada
domingo en la iglesia. Mi objetivo: el cesto de las limosnas. El párroco era un
papanatas. Igual yo terminaba repartiendo el botín entre los vagos del rumbo ya
que el dinero me era indiferente pues nunca anduve corta de fondos. En las
casas de mis amigas no sé porqué me dio por llevarme las trusas y calzones de
sus papás. En tal caso no me era posible andar por ahí regalando paños menores
en la vía pública, por lo que, yo muy magnánima, los donaba al asilo de
ancianos. En los hoteles no dejaba nada a la hora de partir: jabones, frascos
de champú, toallas, batas, papel sanitario, plancha, la Biblia en el cajón, la
secadora para el pelo, los sobres y hojas para la correspondencia, bolígrafos.
La caja fuerte era muy complicado.
El problema fue en el almacén de
Nueva York. Tenía blusas de sobra ¿para qué meter en mi bolso un vil trapo de
lentejuelas de mil dólares? ¿En qué cabeza cabe coger un lápiz labial carísimo
cuyo tono ni siquiera va con mi tipo de cara? ¿De dónde obtuve la idea de
hurtar un bikini fosforescente si ni siquiera sé nadar? ¿Y ese horrible sostén
de señora cuando yo todavía compro los míos en el departamento de adolescentes?
Y el policía, muy lindo, pidiéndome
un autógrafo antes de arrestarme.
viernes, 4 de mayo de 2012
Perfume de Arco Iris (El Visionario-Marguerite Yourcenar)
El Visionario
Vi en la nieve un ciervo
muriendo en un cepo;
Vi sobre un estanque
flotar a un cadáver;
Vi sobre la costa
una seca concha;
Vi sobre el oleaje
a nerviosas aves;
Vi por las ciudades
viles miserables;
Vi en el llano todo
el humo del odio;
Vi sobre los mares
al sol amargarse;
Vi sobre los cielos
ojos con secretos;
Vi por el espacio
al siglo pasando;
Vi dentro de mi alma
cenizas y flamas;
Vi en mi corazón
ganar a un cruel dios.
Le Visionnaire
J’ai vu sur la
neige
un cerf pris au
piège;
J’ai vu sur
l’étang
un noyé
flottant;
J’ai vu sur la
plage
un sec
coquillage;
J’ai vu sur les
eaux
les tremblants
oiseaux;
J’ai vu dans les
villes
des damnés
serviles;
J’ai vu sur les
plaines
la fumée des
haines;
J’ai vu sur la
mer
le soleil amer;
J’ai vu dans le
cieux
d’insondables
yeux;
J’ai vu dans
l’espace
ce siècle qui
passé.
J’ai vu dans
mon âme
la cendre et la flame;
J’ai vu dans mon coeur
un noir dieu vainqueur.
Marguerite Yourcenar
(1903-1987)
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