sábado, 31 de enero de 2015

Enferma (Katherine Mansfield)



Enferma

El hombre de la habitación de al lado
tiene el mismo mal que yo.
Cuando despierto en la noche, lo oigo dar vueltas
y después tose
y yo toso
y él tose de nuevo —
y así durante mucho tiempo —
Hasta que siento que somos como dos gallos
llamándose el uno al otro en un falso amanecer
desde dos granjas lejanas y escondidas.

Malade
The man in the room next to mine
Has got the same complaint as I
When I wake in the night I hear him turning
And then he coughs
And I cough
And he coughs again —
This goes on for a long time —
Until I feel we are like two roosters
Calling to each other at false dawn
From far away hidden farms.

martes, 27 de enero de 2015

Disposición para donar mis órganos



Si al infierno llevármelos no pienso,
es mejor que los ceda a un semejante
como relevo en próspero trasplante
con tal que un pulso salga del suspenso.
Tal vez mi corazón, que ha sido intenso,
sirva como una máquina espumante
de cariños o un péndulo que cante
al Amor al que siempre fui propenso;
o mis extremidades, siempre activas,
al brío de otro den perseverancia
frente a las ilusiones más esquivas.
Que mi visión prolongue su distancia
entre lágrimas sanas y adoptivas
en el rostro de un prójimo en la errancia.

lunes, 26 de enero de 2015

Memento vivere


º Como quien va por la vida en pos de la felicidad saltando de tejado en tejado.

º Como esas fotografías desganadas de obligación celebratoria que quisieras tirar a la basura.

º Como la niña que juega sobre el suelo ajedrezado a no pisar los mosaicos negros.

º Como el enfado de la muchacha que te gusta porque te ve llegar con la misma ropa arrugada que te pusiste para el baile.

º Como quien se encierra en el sótano a oscuras, con doble llave para no sentirse a solas.

º Como la mujer a quien se silba y requiebra en la calle, volviendo ella la cabeza sin convertirse en estatua de sal.

º Como la inútil ternura que despierta una mesita coja con su mantel de hule.

º Como el corazón que se bate en retirada y ello resulta un acto heroico.

º Como el que persigue a una mosca con la pujanza de quien procura el exterminio de las plagas de Egipto.

º Como quien llega condescendiente repartiendo consejos en actitud de "café para todos".

º Como esas palabras pedantes que nadie sabe cómo usar: "pragmático", "bizarro", "coadyuvar" y se sienten la realeza del diccionario. El más caro rococó.

º Como una mujer que te abraza juntando su mejilla con la tuya, y te deja un tenue brillo de maquillaje igual a polvo de mariposa con alas doradas.

º Como cuando se adelanta el olvidar a alguien antes de que se haya ido.


domingo, 25 de enero de 2015

Tornados anaranjados


Para sentir angustia, nada mejor que tener a la mano un gran tornado color naranja. Me permito sugerir un trompo de esos que al girar con aterradora magnificencia, se llevan todas las certezas, los cándidos vislumbres y todo aquello que alguna vez uno consideró noble y valioso. Algunos tornados son muy contundentes en su devastación porque además poseen una cualidad hipnótica a medida que se acercan lo cual aumenta el riesgo de formar parte de su botín.
Yo sueño con tornados anaranjados desde niño y nunca he visto uno. Pero mis tornados oníricos son muy pulcros y todo lo abaten.
Relampaguean, tienen melenas eléctricas, producen un vértigo de incendio gélido. Parece que un oponente dorado del sol estuviera dentro de ellos.
Es extraño pero no siempre mis tornados vienen del horizonte y arrasan campos de trigo; a veces salen del ropero o cuando levanto una piedra pero siempre son gigantes que se tragan todo con sus revoluciones. En el remolino distingo papeles con palabras muy queridas, mi voluntad de ser, ángeles distraídos, pedacería de anhelos antiquísimos y reconocibles rostros de muertos que no están muertos.
En serio se los digo: para experimentar angustia no hay nada como un desfile de inmensos tornados anaranjados. Y los míos algún día gozarán de todo el temor, respeto y fama que se merecen.


sábado, 24 de enero de 2015

Yantar de Gesta 3 (Marilyn Monroe)


No soy ninguna inútil. Sé cocinar. Juego a hacerme la tonta, pero que no les asuste la sensibilidad que no empleo. Debo pedirle a Paty que me devuelva mis platos blancos y candelabros de plata; perdónenme por ser tan sentimental. También debo preguntarle dónde conseguir corazones de apio y cebollines. Necesito además 12 copas grandes de vino. Pero ahora viene lo más importante: cocino sin ajo. Yo misma horneo el pan francés (¿los tengo impresionados?). Esperen a que vean mi destreza al cortar en trocitos muy pequeños las nueces, las castañas y los cacahuates. De especias: romero, laurel, orégano. Un huevo duro bien troceado -esta parte me excita, no sé por qué-. Mejor dos huevos; los hombres no suelen estar muy bien provistos. El pavo se coloca en el horno a 180 grados centígrados, unos 350 fahrenheit -conozco acerca de conversiones de unidades-. Se le agrega aceite, vinagre, cebolla y las especias. Esta parte me brinda una gran seguridad emocional. Hay que ser disciplinada, no sé de dónde sacan que soy una caótica. Soy muy precisa en muchas cosas, es sólo que las cámaras me ponen un poquitín nerviosa. Me han deificado tanto como símbolo sexual que el público no me ve como cocinera. Puedo estudiar un libreto mientras preparo mi receta especial. Bien, y ahora las champiñones pero, ¡que no sean de lata! No cometan tal herejía. Los chícharos también deben ser frescos. Cocer dos horas. ¡Feliz Día de Acción de Gracias!
¡Ah! Me olvidaba: Soy valiente para amar.

Aviso de ocasión

Palabra, dime tu nombre


Se solicita una palabra
con los siguientes requisitos
edad: reciente o milenaria
con experiencia en dar alivio.

En español de preferencia
aunque no sea una egresada
de la academia de la lengua.
Inmune a la desesperanza.

Capacidad de liderazgo
que no se duerma en los laureles
que no provenga de otros labios
que tenga voz independiente.

Disponibilidad de horario
veloz en casos muy urgentes
con un sonido dulce y claro
que tras mi oreja esté pendiente.

Excelente presentación
más bella que las circunstancias
que aunque no exista salvación
me diga que no pasa nada.

Acudan las interesadas
trayendo sus solicitudes
hay contratación inmediata
el sueldo es según aptitudes.

Se solicita una palabra
con experiencia en dar alivio.

viernes, 23 de enero de 2015

Homo Lectoris 9 (El arte de la lectura)


Bajo el concepto de lectura, concibo cosas muy diferentes de lo que piensa la gran mayoría de los llamados intelectuales.
Conozco individuos que leen muchísimo, libro tras libro y letra por letra, y sin embargo no pueden ser tildados de "lectores". Poseen una multitud de "conocimientos", pero su cerebro no consigue ejecutar una distribución y un registro del material adquirido. Les falta el arte de separar, en el libro, lo que es de valor y lo que es inútil, conservar para siempre en la memoria lo que en verdad interesa, pudiendo saltarse y desechar lo que no les comporta ventaja alguna, para no retener lo inútil y sin objeto. La lectura no debe entenderse como un fin en sí misma, sino como medio para alcanzar un objetivo. En primer lugar, la lectura debe auxiliar la formación del espíritu, despertar las inclinaciones intelectuales y las vocaciones de cada cual. Enseguida, debe proveer el instrumento, el material de que cada uno tiene necesidad en su profesión, tanto para simple seguridad del pan como para la satisfacción de los más elevados designios. En segundo lugar, debe proporcionar una idea de conjunto del mundo. En ambos casos, es necesario que el contenido de cualquier lectura no sea aprendido de memoria de un conjunto de libros, sino que sea como pequeños mosaicos en un cuadro más amplio, cada uno en su lugar, en la posición que les corresponde, ayudando de esta forma a esquematizarlo en el cerebro del lector. De otra forma, resulta un bric-á-brac (decoración) de materias memorizadas, enteramente inútiles, que transforman a su poseedor en un presuntuoso, seriamente convencido de ser un hombre instruido, de entender algo de la vida, de poseer cultura, cuando la verdad es que con cada aumento de esa clase de conocimientos, más se aparta del mundo, hasta que termina en un sanatorio o como político en un parlamento.
Nunca un cerebro con esta formación conseguirá retirar lo que es apropiado para las exigencias de determinado momento, pues su lastre espiritual está encadenado no al orden natural de la vida, sino al orden de sucesión de los libros, cómo los leyó y por la manera que amontonó los asuntos en su mente. Cuando las exigencias de la vida diaria le reclaman el uso práctico de lo que en otro tiempo aprendió, entonces mencionará los libros y el número de las páginas y, pobre infeliz, nunca encontrará exactamente lo que busca.
En las horas críticas, esos "sabios", cuando se ven en la dolorosa contingencia de encontrar casos análogos para aplicar a las circunstancias de la vida, sólo descubren remedios falsos.
Quien posee, por esto, el arte de la buena lectura, al leer cualquier libro, revista o folleto, concentrará su atención en todo lo que, a su modo de ver, merecerá ser conservado durante mucho tiempo, bien porque sea útil, bien porque sea de valor para la cultura general.
Lo que se aprende por este medio encuentra su racional ligazón en el cuadro siempre existente de la representación de las cosas, y, corrigiendo o reparando, aplicará con justeza la claridad del juicio. Si cualquier problema de la vida se presenta a examen, la memoria, por este arte de leer, podrá recurrir al modelo de percepción ya existente.
Así, todas las contribuciones reunidas durante decenas de años y que dicen algo sobre ese problema son sometidas a una prueba racional en nuestra mente, hasta que la cuestión sea aclarada o contestada.
Sólo así la lectura tiene sentido y finalidad. Un lector, por ejemplo, que por ese medio no provea a su razón los materiales necesarios, nunca estará en situación de defender sus puntos de vista en una controversia, aunque correspondan los mismos mil veces a la verdad. En cada discusión la memoria le abandonará desdeñosamente. No encontrará razonamientos ni para la firmeza de sus aseveraciones, ni para la refutación de las ideas del adversario. En cuanto esto sucede, como en el caso de un orador, el ridículo de la propia persona todavía se puede tolerar; de pésimas consecuencias es, sin embargo, que esos individuos que saben "todo" y no son capaces de nada, sean colocados al frente de un Estado.

Muy pronto me esforcé por leer con método y fui, de manera feliz, auxiliado por la memoria y por la razón. Observadas las cosas bajo ese aspecto, me fue fecundo y provechoso sobre todo el tiempo que pasé en Viena. La experiencia de la vida diaria me servía de estímulo, siempre para nuevos estudios de los más diversos problemas. Cuando, por fin, estuve en situación de poder fundamentar la realidad en teoría, y sacar la prueba de la teoría en la práctica, estuve en condiciones de evitar el exceso de apego a la teoría, o descender demasiado en la realidad.
De esta forma la experiencia de la vida diaria en ese tiempo, en dos de los más importantes problemas, aparte del social, se volvió definitiva y me sirvió de estímulo para el sólido estudio teórico.


(Extracto del Capítulo 2 de "Mein Kampf")