jueves, 27 de agosto de 2015
Pisadas
º
Fruye la playa:
tu pie se vuelve espejo
de miel maciza.
Se me enarena el pulso
al ir tras tu pisada.
º
Dejas tu avance
en la apretada arena,
tu peso ausente.
Sólo queda el azúcar
de tu planta radiante.
º
Calzas arena
y a tu talón persigo
con alta espuma.
Tus pies son los que rigen
mis mareas en curso.
º
Que al mar lo pises
es todo cuanto anhela,
te ofrece su agua.
Son de alcurnia marina
tus heráldicos pies.
º
Con el mar juegas
a que enjuague la arena
de tus empeines.
¿Eres de pies traviesos
o el mar me está mintiendo?
º
Te identifico
—docta en bellas pisadas—
por tu trayecto.
Tu pie al hollar la arena
también mi pecho oprime.
º
Ante tus pasos
la arena y yo nos vemos
como rivales.
Tantas huellas en fila:
igual cifra de celos.
º
Náutica dama
tiranizando olas;
ya es el momento.
Sobre tu altar caminas:
mi boca y sus riberas.
miércoles, 26 de agosto de 2015
El diablo estuvo primero
El diablo llegó primero; con su cola de víbora (fue su primer juguete) y sus cuernos de ceniza compacta. El humo a través de sus fosas nasales resultó ser una pedantería inofensiva.
Su advenimiento puso en marcha la evolución y durante incontables eras tuvo que esperar, ahíto de abulia, hasta que surgimos.
Vino a enseñarnos a no menospreciar el recreo de la carne porque es un regalo del Universo y que la Vida debe ser jocunda no un martirio para almas tullidas.
Supo cómo santiguarse mientras se rascaba las axilas. Siempre le gustaron los atajos, en especial los subterráneos que pese a todo, mantienen vínculo con las constelaciones. Dicen que esa membrana roja que lleva puesta es prestada; que es un perdedor: falló al tentar a Quetzalcóatl, Zoroastro, Buda y a Yeshua.
Las religiones le han atribuido argucias de profeta pestilente; lo han descrito como tenebroso apóstol de retórica salaz.
En su conducta no hay embustes teológicos: el placer sirve para ayuntarse con lo divino. Prefiere acortar las distancias del pecado con su miembro viril y aprender hábitos con los cuales hoy nos sobresaltamos.
En el primer Concilio del Pandemonium dejó muy claro que la humanidad no tendría fe si no la obligaran a tenerla y que la vida terrena requería un enemigo, un villano: le ha tocado a él. Su séquito es leal y tiene infinidad de adeptos pero se siente solo, el pobrecito.
Y ahora que todo es obra de Dios uno se pregunta si el diablo decidirá marcharse montando una bestia marcada con el 666.
Su advenimiento puso en marcha la evolución y durante incontables eras tuvo que esperar, ahíto de abulia, hasta que surgimos.
Vino a enseñarnos a no menospreciar el recreo de la carne porque es un regalo del Universo y que la Vida debe ser jocunda no un martirio para almas tullidas.
Supo cómo santiguarse mientras se rascaba las axilas. Siempre le gustaron los atajos, en especial los subterráneos que pese a todo, mantienen vínculo con las constelaciones. Dicen que esa membrana roja que lleva puesta es prestada; que es un perdedor: falló al tentar a Quetzalcóatl, Zoroastro, Buda y a Yeshua.
Las religiones le han atribuido argucias de profeta pestilente; lo han descrito como tenebroso apóstol de retórica salaz.
En su conducta no hay embustes teológicos: el placer sirve para ayuntarse con lo divino. Prefiere acortar las distancias del pecado con su miembro viril y aprender hábitos con los cuales hoy nos sobresaltamos.
En el primer Concilio del Pandemonium dejó muy claro que la humanidad no tendría fe si no la obligaran a tenerla y que la vida terrena requería un enemigo, un villano: le ha tocado a él. Su séquito es leal y tiene infinidad de adeptos pero se siente solo, el pobrecito.
Y ahora que todo es obra de Dios uno se pregunta si el diablo decidirá marcharse montando una bestia marcada con el 666.
jueves, 20 de agosto de 2015
Soneto con lápiz labial
Señora, mucho gusto: soy la boca.
Vengo de parte del sujeto triste
que está junto a la barra. Pues me toca
presentarlos y ver —si Dios me asiste—
la posibilidad de mis servicios
en esta noche fresca que suscita
una alta propensión hacia los vicios
para lo cual soy lúbrica erudita.
El tipo —cuya risa mal reparto—
está como con un antojo abyecto
por sus labios, trastorno que comparto:
por su lápiz labial, mi predilecto.
¿Querría acompañarnos a una mesa
para tatuarnos con su luz de fresa?
miércoles, 19 de agosto de 2015
La hiena
—Niños, pues... la lección para este día
es la hiena, del can, atroz parienta;
habitante del África en jauría.
Fétida: de carroña se alimenta
incluso si la encuentra putrefacta.
Sólo una vez al año se aparea,
imita nuestra risa casi exacta...
¡Ea, niño!... ¿Captaste bien la idea?
—No, Maestra; la hiena es complicada
y todo me parece un disparate:
la puta vive en casa 'e la chingada,
nada más come mierda y de remate
sólo folla una vez con su pareja...
¿De qué se ríe entonces la pendeja?
lunes, 27 de julio de 2015
Yantar de Gesta 4 ( Reglas gastronómicas de Angelina Jolie)
º Nadie sabe con precisión qué cantidad significa "una pizca de sal".
º Los platillos —una vez cocinados y servidos– nunca lucen como los de la fotografía del recetario. Todas las fotos de los libros de cocina están más retocadas que una portada de la revista "Vogue".
º El hecho de cocinar una misma receta en dos sartenes distintas no se debe a problemas territoriales, sino a diferentes tiempos necesarios de cocción.
º Algunas chuletas deben someterse a un serio examen forense previo. En especial si se vive en Monterrey.
º Recordar siempre, que en algunos países, se considera de buen tono que el mantel de la mesa termine como el Sudario de Turín: con toda clase de manchas auténticas y apócrifas.
º Cuando se indique: "Hierva alrededor de medio litro de agua", no quiere decir que se ponga usted a dar vueltas en torno a la cazuela.
º La diferencia entre una cucharadita de sémola colmada o rasa es cuestión del pulso de la mano.
º Para hacer una buena pizza hay que dar a la masa, 53 volteretas en el aire (libre de aromas intrusivos), durante cinco minutos y trece segundos exactos.
º Todas las recetas de cocina deben terminar con una instrucción muy pertinente: "Servir".
º No se exija mucho en una cena formal. Lo más seguro es que para cuando usted tenga listo el menú, sus comensales ya estén borrachos.
º Si tiene problemas, acuda al restaurante más cercano.
º Por último, un proverbio materno: todos los frijoles se cuecen de modo diferente en cada casa.
miércoles, 22 de julio de 2015
Esbozo
Es un boceto a lápiz
(que no se le parece)
lo único que tengo
para que la venere
es un apunte torpe
de trazos inexpertos
una intuición apenas:
la espuma de su espectro
son líneas con un lápiz
(que no le hacen justicia)
como un ritual a solas
de mi alma a Usté adicta
como un perfil a ciegas
mientras hago progresos
con la dádiva suya:
la puerta que me ha abierto
viernes, 3 de julio de 2015
Esperando a los bárbaros
(Con perdón de Kavafis)
—¿Qué hacen todos congregados en la plaza con sus teléfonos celulares, sus computadoras portátiles, sus reproductores de mp3 y sus cámaras fotográficas de alta resolución?
—Hoy arriban los bárbaros.
—¿Por qué están los gobernantes, como siempre, holgazaneando sin legislar y sobándose los testículos?
—Es que hoy llegan los bárbaros. Además, de qué servirían las leyes. Cuando lleguen los bárbaros habrá nuevos decretos.
—¿Por qué nuestro Mandamás madrugó luciendo bata con filigranas doradas, con una copa de champaña en la mano y fue a echarse despatarrado en su sillón de piel de cebra, portando las medallas que él mismo se ha adjudicado?
—Porque hoy llegan los bárbaros y piensa recibir a su líder otorgándole preces, insignias y nombramientos corporativos rimbombantes de todas las empresas que tienen cobertura global en nuestro humilde y azulino planeta.
—¿Por qué nuestros ministros salieron con sus onerosos trajes Armani, luciendo brillantes relojes y anillos de graduación de Harvard y Stanford? ¿Por qué ostentan arrogantes fistoles de mando en las solapas con incrustaciones de zafiro y diamante?
—Porque hoy llegan los bárbaros y a ellos los conmueven tales perifollos. Sollozan ante las joyas que dan cuenta de grandes logros financieros y estafas con dinero que no existe en ninguna parte.
—¿Por qué no acuden nuestros magnos oradores a impresionarnos con su vacua y demagoga facundia?
—Vienen los bárbaros y ellos repudian los rollos, esa retórica nutrida de palabrería quebradiza. A menos que se adjunte un contrato de compra-venta de acciones, bonos y otros papeles importantes.
—¿Por qué de pronto tanta angustia y tanto ajetreo? ¡Y esos rostros tan atemorizados! ¿Por qué abandonan la plaza corriendo, pisoteando sus dispositivos electrónicos de la más avanzada tecnología? ¿Por qué se parapetan en sus casas y ya no encienden sus televisores para ver tranquilos y cándidos sus películas porno o programas de concursos?
—Porque cae la noche y esos jodidos bárbaros no llegaron. Y desde la frontera nos han enviado un mensaje masivo tipo junk mail por internet anunciando que los bárbaros ya no existen.
—¿Y ahora? ¿Qué será de nosotros sin los bárbaros? Al menos ellos parecían ser buena onda.
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