jueves, 15 de diciembre de 2011

Vericuentos 9 (Gajes)


Yo era joven y apuesto. En nuestra primera cita ella se propuso desnudarme a la menor oportunidad, lo cual hizo. Con una brocha se afanó untándome en todo el cuerpo una sustancia pegagosa que yo creí miel pero tenía un olor penetrante como a barniz. Luego me condujo a empellones hasta el patio de su casa, en donde me ató a un gran roble con nudos tan complicados de los que que ni el mismo Houdini hubiese podido escapar. Intenté pedir auxilio pero mi boca estaba prácticamente sellada por el menjurje embadurnado. Acto seguido, tuve que sufrir el embate de puñados de tierra, hierba y hojarasca. También me ungió de pies a cabeza con estiércol de camello previamente rociado con ácido (“El color es de vital importancia”, dijo). Blandiendo una fusta me produjo llagas enormes en las cuales se puso a vaciar cera quemante (“Una textura adecuada requiere trabajo”, sostuvo con un ademán justificatorio). Así estuve un tiempo a merced de las sogas, de la intemperie; con días lluviosos, después soleados de calor extremo. Viento y polvo. Tormentas de granizo que martirizaron mi cráneo. Gélidas noches que hirieron aún más mi piel. Al cabo de semanas, me liberó colmándome de mimos y disculpas. Eran gajes del oficio según ella. Falsificadora de antigüedades.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Pan líquido


Abstente, Gilgamesh, de adulterar el pan líquido, la pócima sacra: cerveza. Ofrenda mítica para los dioses. Viene de la mano femenina sabia en grano y levadura. De cada mujer con cabello como prado de cebada.
Viejo joven: guárdate de corromper los cántaros que rebosan fermento de cereal y miel para los decaídos. No hagas fraudulenta la bebida que alegra el alma del hombre común, reconforta el cuerpo y purifica el jugo de la fertilidad. La medicina que da un tope en el cerebro para abrir una mirrilla hacia un milagro.
No mancilles, rey postizo, el fulgor ambarino  del trago astral que es una saga. 

(El Código Hammurabi establecía que todo aquel que adulterara la cerveza era condenado a morir por empalamiento o ahogado en el río).


Gilgamesh = "El viejo es aún un joven"

lunes, 21 de noviembre de 2011

Habitaciones



Nuestro interior es como una morada con habitaciones para diferentes propósitos. Es natural que no todas se encuentren en el mismo grado de conservación. Alguna estará bien iluminada, con las ventanas abiertas por donde circula el aire. Quizá tenga cortinas blancas y juguetonas. Buen sitio para guardar nuestra nómina de fetiches valorables. Tótems de carne o vaho. Recuerdos de excursiones míticas en la infancia. Un cofre con semillas de buena voluntad. Tiempo disecado. Y habrá otra estancia al final de un reverberante corredor, en cuyas paredes cuelgan cuadros abstractos con aquellas nuestras verdades que nunca pudimos demostrar. Mas también hay una recámara taciturna, con las ventanas atoradas, el interruptor de la luz inservible, olor a humedad, bichos bajo el tapete. Aposento de la vida nunca vivida. Rincón de los estragos. Escondite de la cama de faquir para mortificar a la memoria; de la gaveta con las cartas no enviadas junto a un alfiletero en forma de corazón.
Habitaciones para distintos propósitos. Y siempre hay una cuya puerta está bajo llave.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Periódicos de Monterrey


El eximio filósofo francés Jean Bête radicado hace tiempo en nuestra ciudad, ha expuesto en reciente entrevista su incontenible gusto por los diarios de la región. Constituyen su más refinado pasatiempo al grado de no pensar en otra cosa. Vaya…  de no pensar. Punto. Venera la prosa anémica que impera en ellos. La unánime cohesión de estilo. Las páginas de Flaubert y Balzac fueron erradicadas de su vida. Según declara, para él, portar bajo las axilas un ejemplar de Boreal lo hace ver como un dignatario de altos vuelos. Le fascina aspirar cual sibarita el olor a papel y tinta de los símbolos del poder. Hombre de su tiempo, se muestra como altivo patrono de información haragana. Nada le complace más -insiste- que esos suplementos con medio kilo de naderías y molicie, mismos que guarda con celo para cuando se le apaga el bóiler. Leyendo Era se transforma en un misántropo humanista de plaza pública. Con este rotativo casi ha olvidado su idioma materno y lo ha sustituido por los exóticos vocablos de procedencia ignota que le prodigan sus columnas. Monsieur Bête no oculta su entusiasmo al referir que est@s palabroides lo hacen sentir como a un niño que aprende a balbucear; reforzada la enseñanza con macizos pleonasmos: “obsequios gratis”, “ilícito ilegal”. Tratándose del periódico El Devenir admite su lado sentimental: las secciones que lo integran le provocan una abyecta ternura. Vuelve a ser un pueblerino como cuando analfabeto hojeaba la gaceta de su natal Avignon.



viernes, 11 de noviembre de 2011

Monárquicas piltrafas (Carlota)



Aparento más edad de la que tengo, sugerida por mis ojos nostálgicos y mis ademanes morosos como corresponde a una princesa. Dejé mi cuna dorada en Europa y mi casa de muñecas. Rechacé gallardos pretendientes que me admiraban a hurtadillas en fulgurantes salones de espejos.
El no tener hijos es mi estigma. Los rumores se extienden por todo el Imperio: fundé una dinastía de estrellas extintas. Fui entronizada con un nopal en la cabeza y la hostia rancia con que comulgué dejó un regusto a espectros en mis labios. Estoy en un país bárbaro exhibiendo mis monárquicas piltrafas.
Hoy el pueblo vino a obsequiarme una calavera de azúcar que se me resquebrajó en las manos.

One of us cannot be wrong (Leonard Cohen-Spanish version Luis Mariano)





Por despertar tus celos
una gran vela encendí
mas mi cuarto albergó mil mosquitos
al verme desnudo sin ti,
después adorné con mi polen viril
tus zapatos de negro charol
también destrocé
el batín con el cual
una gran multitud te miró.


Mostré al doctor mis latidos
y me ordenó claudicar,
y él se autoescribió una receta
poniendo tu nombre al final,
después se encerró a leer en papel
cómo fue nuestra luna de miel,
su enfermera llamó
informándome ayer
que el doctor la razón
ya perdió.


Se supo que un monje te amaba,
de noche yo fui su aprendiz,
me dijo que el don de una amante
es las reglas contravenir
y fue cuando creí
que él actuaba así
se ahogó sin más el muy vil.
Su cuerpo se fue
pero vuelve otra vez,
su alma delira sin fin.


Miré las escenas de un filme
que un esquimal te tomó,
el pobre estaba temblando,
su cuerpo se puso azul.
Fue tal vez que se heló
cuando el viento sopló
y tus ropas muy lejos llevó,
pero tú estás tan bien
con tu escarcha en la piel
que en tu hielo quisiera entrar.

sábado, 29 de octubre de 2011

Cartilla Sextina 4

Sextina publicitaria

Hasta el agua que bebo ostenta marca,
pronto el aire que aspire tendrá precio:
sin duda alguna se pondrá de moda
el de campaña más tenaz y necia;
las regalías de un emporio o firma
dependerán de mi lealtad de cliente.

Mi ego dejará de ser el cliente,
mi autoestima optará por ir sin marca.
Un tótem, logotipo de una firma,
preferirá lucrar poniendo precio
a esta mi sed -mercadería necia-
de vivir, cual si fuera alguna moda.

Los dioses en el nombre de la moda,
ven a un hombre devoto como a un cliente
y al recurrir a propaganda necia,
hasta las bendiciones tienen marca:
de acuerdo a la envoltura ese es el precio
e incluye una tarjeta con su firma.

Con la astuta estrategia de una firma
puede ponerse a Zeus a Thor de moda.
Crece el contraste entre el valor y precio
con ficticios descuentos hacia el cliente.
La era de neurosis por la marca
será en la historia humana la más necia.

Se afanan los consorcios en su necia
lid por acaparar bajo su firma
todo aquello que aún no tiene marca:
la sangre, el fuego, el aire ante la moda,
irán a un mostrador timando al cliente
con un sombrío rótulo en el precio.

Al envasarse todo tiene un precio,
es la ley de la usura y aunque es necia
la actitud de negarse como cliente,
siempre las artimañas de una firma
pondrán como anacrónica o de moda
la alcurnia estafadora de una marca.

Y aunque no tenga precio ni una marca,
un patrocinador de moda, firma
esta sextina necia para el cliente.