jueves, 11 de octubre de 2012
Rezo
Maestro
deseo que ella sea mía
por ello rezo
sobre mis rodillas
sobre mis vergüenzas
sobre mis sacros pecados
mi vileza la purificará
La niña se fue de pinta por la calle Santa María
Pues eso. Que Cristoforo Colombo
nunca dijo que la Tierra era redonda. El mito fue inventado alrededor de 1620 y
lo divulgó hasta el cansancio un escritor estadounidense de nombre Washington
Irving. La forma esférica del planeta se conocía desde Eratóstenes entre los
siglos III y II a.n.e. Incluso desde Pitágoras (sin método científico que lo
sustentara) se sospechaba de la redondez terrestre. De modo que las personas
con una mediana cultura en el siglo XV (Reyes Católicos incluidos) sabían en
dónde estaban parados.
El argumento insensato de Colón
para obtener financiamiento fue que la Tierra era más pequeña de lo que se
pensaba y, por tanto, una ruta distinta para llegar a Asia era posible.
De hecho, Colón pensaba que la
Tierra tenía (nada de risas ¿eh?) aspecto piriforme. "Quizás el mundo no
es como se lo describe, sino que tiene forma de pera, esto es, redonda en todas
partes salvo cerca del tallo, donde se proyecta mucho; o como una bola redonda
con algo parecido al pezón de una mujer en algún lugar...". Con esas
palabras, el muy degenerado.
Ah, y el nombre del continente no se debe ni a Amerigo Vespucci ni a Richard Ameryk, sino que tal honor corresponde una tabernera del Puerto de Palos de nombre América a quien los navegantes apodaban en forma cariñosa y con ese tacto proverbial de los hijos de la mar, "La Pechugas".
domingo, 30 de septiembre de 2012
Perfume de Arco Iris (Rosas Rojas - Anne Sexton)
Rosas Rojas
(Anne Sexton)
Tommy tiene tres años y cuando se porta mal
su madre baila con él.
Ella pone el disco,
“Rosas Rojas para una Dama Triste”
y lo arroja a través de la habitación.
Hay que confesar que,
ella nunca le puso la mano encima,
sólo la pared le puso la mano encima.
Él se saca rosas rojas en diferentes partes,
en la cabeza, aquella vez que estaba soñoliento como un río,
en la espalda, la vez que fue un espantapájaros roto,
en el brazo como si un diamante lo hubiese mordido,
en la pierna, torcida como una vara de regaliz,
todo ese baile tuvieron juntos,
La Dama Triste y Tommy.
Te caíste, dice ella, sólo recuerda que te caíste.
Me caí, es todo lo que él les dice a los doctores
en el hospital. Una dama gentil vino y
le hizo preguntas pero debido
a que no quiere ser enviado lejos dice, me caí.
Nunca dice nada más a pesar de que ya habla muy bien.
Nunca mencionó lo de la música
o como ella cantaba y gritaba
alzándolo y arrojándolo.
Él aparenta ser su pelota.
Trata de doblarse y rebotar
pero se aplasta como una fruta.
Porque ama a la Dama Triste y los moretones
de rosas rojas que le produce.
Red Roses
(Anne Sexton)
Tommy is three and
when he's bad
his mother dances
with him.
She puts on the
record,
"Red Roses for
a Blue Lady"
and throws him
across the room.
Mind you,
she never laid a
hand on him.
He gets red roses in
different places,
the head, that time
he was as sleepy as a river,
the back, that time
he was a broken scarecrow,
the arm like a
diamond had bitten it,
the leg, twisted
like a licorice stick,
all the dance they
did together,
Blue Lady and Tommy.
You fell, she said,
just remember you fell.
I fell, is all he
told the doctors
in the big hospital.
A nice lady came
and asked him
questions but because
he didn't want to be
sent away he said, I fell.
He never said
anything else although he could talk fine.
He never told about
the music
or how she'd sing
and shout
holding him up and
throwing him.
He pretends he is
her ball.
He tries to fold up
and bounce
but he squashes like
fruit.
For he loves Blue
Lady and the spots
of red roses he gives her.
Etiquetas:
Anne Sexton,
Red Roses,
Rosas Rojas,
Traducción
miércoles, 12 de septiembre de 2012
Homo Lectoris 5 (Leehelenistas)
Leehelenistas
Para los griegos era más importante saber
leer que escribir. Al menos en eso los eruditos parecen estar de acuerdo. En lo
que no coinciden es en definir si prevalecía la lectura en voz alta o en
silencio. El sentido común nos inclina hacia la primera práctica ya en la
Grecia Clásica el predominio en la vida cotidiana era de los textos
utilitarios, de profesión: decretos, contratos, transacciones, discursos, demandas,
pasquines e incluso publicidad. Por otra parte, la scriptio continua (escritura continua, sin espacios
ni signos de puntuación) que se usaba entonces y se siguió usando muchos siglos
después; hace pensar que la lectura en voz alta era de mayor ayuda para
desentrañar el sentido de lo escrito. No obstante, hay evidencia de lectura
privada, silenciosa, con fines de entretenimiento. Y es que en la Grecia
antigua no todo eran libros de filosofía, retórica, tragedias, historia,
ciencias, medicina y otras tantas disciplinas consideradas como
"excelsas". No. También había libros de cocina, de carpintería al
estilo de "hágalo-usted-mismo", de consejos de belleza, de chistes y
de chismes, de confección de ropa, de diseño de acueductos, de caza, de manejo
de armas, de jardinería. Hasta libros pornográficos que por desgracia no se han
reeditado.
Sócrates desconfiaba de los libros, tal vez
por ello no escribió ninguno. Y la actividad de la lectura llegó a parecerle un
impedimento para el desarrollo de la reflexión personal, del pensamiento
propio. Un excesivo contaminarse de ideas ajenas propiciando la atrofia
intelectual, el ocio de las neuronas.
Parece que el gran filósofo atribuía a los
libros un defecto que hoy se considera una virtud: las múltiples
interpretaciones del texto, la libertad de elegir el uso del contenido. Platón,
su discípulo, secundaba -con algunas reservas- la postura de su maestro. En
cambio Aristóteles, discípulo de Platón, enloquecía por los libros.
Séneca, en sus cartas a un destinatario tal
vez ficticio llamado Lucilio, desaconseja la lectura de muchos libros sugiriendo
en cambio leer poco y en forma muy selectiva. Sus razones: leer demasiados
libros era un malgasto del espíritu, un extravío. Una disipación absurda y
nociva propia de las almas enfermas. Un proceder depravado de las mentes
desordenadas. A los que encontraban gozo en ir de un libro a otro, repetía esta
máxima: "Es propio de un estómago inapetente probar muchas cosas, las
cuales, siendo opuestas y diversas, lejos de alimentar, corrompen".
Ya entonces se quejaban de los muchos libros
en circulación. Eso no ha cambiado.
viernes, 7 de septiembre de 2012
Exposición de un coleccionista 2 (Cuadro negro)
Malévich
Cuadro negro
Para habituarse a su entorno, el autor trabajó su lienzo al natural. Diligencia no falta. Se percibe en la homogénea composición del conjunto; alarde de acromatismo que suscita un vértigo álmico. El observador se precipita en las espirales de la abolición, en una pesadilla de infinitos etcéteras. La sombra de la sombra en donde el pensamiento se oscurece. Nada para los ojos. La noche no puede detener su hemorragia.
Para habituarse a su entorno, el autor trabajó su lienzo al natural. Diligencia no falta. Se percibe en la homogénea composición del conjunto; alarde de acromatismo que suscita un vértigo álmico. El observador se precipita en las espirales de la abolición, en una pesadilla de infinitos etcéteras. La sombra de la sombra en donde el pensamiento se oscurece. Nada para los ojos. La noche no puede detener su hemorragia.
Perfecta amalgama de la realidad con el Yo
nigérrimo, aunque también podría ser una oblicua referencia al mercado negro de
obras de arte, los huevos negros de Owakudani o la bola de billar número ocho.
Un retorno a los antiguos, a la majestad pródiga y ecuménica. La genialidad
está en la omisión. Para ser un artista universal nada mejor que una obra que
satisfaga todos los gustos. Puedo decir: pomposa falta de imaginación... mas me
gana la risa.
Este óleo (número 2 en mi catálogo personal) tuve
que retirarlo de mi galería que mantengo abierta al público ya que se convirtió
en un juego obsesivo para ciertos concurrentes maniáticos, quienes, diariamente
con lupa en mano se pasaban horas examinando cada centímetro cuadrado. Algunos
incluso, pasándose de audaces, se turnaban para montarse en hombros uno encima
del otro con el fin de inspeccionar las pinceladas superiores.
Es fácil engañar al ojo. Esta pintura, en todo caso...
colgársela en el cuello como rótulo de la muerte.
¿Son estos los privilegios de la vista?
domingo, 19 de agosto de 2012
Tienda de perfumes
Mujer, ven a mi tienda de perfumes.
Verteré tus modales en un frasco
para que al viento espléndida sahúmes
con el hialino efecto de un chubasco.
En reciprocidad te haré una esencia
que robustece el ánimo amoroso,
una colonia de salaz influencia:
el rob espiritual con que te endioso.
Tendrás en mi almacén prerrogativas
ungiéndote mis bálsamos y sales
para que amor, salud y un don recibas
del misterio de extractos ancestrales.
Confiérete el placer -y sé egoísta-
de tu impar y exclusivo perfumista.
sábado, 21 de julio de 2012
Cartilla Sextina 8
Sextina del
miedo
Con revólver
persígnase la noche
para escupir su
oráculo de muerte,
no hay más
trinchera en la ciudad que el miedo,
perdió su brújula
el lugar del crimen.
Caminar distraído
por la calle
es un recuerdo.
Sal portando un arma.
Acaricia a tus
hijos con un arma,
pues yendo en
los pasillos de la noche
no va a
escoltarte Dios en cada calle
si se anuncia
con gárgaras la muerte.
El hampa en lid,
los diáconos del crimen
te darán pus de
plomo para el miedo.
Un tintero de
voces tiene el miedo
y un lingote de
fango pesa un arma,
decapitar es épica
del crimen
cuando reparte
naipes la atroz noche
y cuelga el
pergamino de la muerte
en las márgenes
rojas de una calle.
Endriagos de
metrópoli en la calle
orinan en capítulos
de miedo,
por cada
reverencia de la muerte
es ungida con coágulos
un arma
que gotea en los
filos de la noche
el fétido dolor
de un raudo crimen.
Siluetas de humo
pautan contra el crimen
exigiéndole al
odio que se calle.
Tatuada de cadáveres,
la noche
es asfalto
podrido por el miedo
que transita rascándose
con su arma
el gatillero
andante de la muerte.
Vicio de
masturbarse con la muerte
el de las
bestias báquicas del crimen;
es un muñón lo
que sostiene el arma
tras un gruñir
porcino a media calle
y los gusanos fúnebres
del miedo
devoran la
careta de la noche.
El crimen hiede
a séquito de muerte,
calibra tu arma
al ir por esa calle
donde el miedo
babea cada noche.
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