Hasta el agua que bebo ostenta marca,
pronto el aire que aspire tendrá precio:
sin duda alguna se pondrá de moda
el de campaña más tenaz y necia;
las regalías de un emporio o firma
dependerán de mi lealtad de cliente.
Mi ego dejará de ser el cliente,
mi autoestima optará por ir sin marca.
Un tótem, logotipo de una firma,
preferirá lucrar poniendo precio
a esta mi sed -mercadería necia-
de vivir, cual si fuera alguna moda.
Los dioses en el nombre de la moda,
ven a un hombre devoto como a un cliente
y al recurrir a propaganda necia,
hasta las bendiciones tienen marca:
de acuerdo a la envoltura ese es el precio
e incluye una tarjeta con su firma.
Con la astuta estrategia de una firma
puede ponerse a Zeus a Thor de moda.
Crece el contraste entre el valor y precio
con ficticios descuentos hacia el cliente.
La era de neurosis por la marca
será en la historia humana la más necia.
Se afanan los consorcios en su necia
lid por acaparar bajo su firma
todo aquello que aún no tiene marca:
la sangre, el fuego, el aire ante la moda,
irán a un mostrador timando al cliente
con un sombrío rótulo en el precio.
Al envasarse todo tiene un precio,
es la ley de la usura y aunque es necia
la actitud de negarse como cliente,
siempre las artimañas de una firma
pondrán como anacrónica o de moda
la alcurnia estafadora de una marca.
Y aunque no tenga precio ni una marca,
un patrocinador de moda, firma
esta sextina necia para el cliente.