Una receta en
verdad revolucionaria. Justo es admitir que se trata de una reelaboración
basada en la destreza culinaria de la mamá de Camilo Cienfuegos, el más grande
combatiente de nuestra (in)gesta heroica: mi toque para un explosivo ceviche de
pescado. Un platillo al alcance del pueblo.
Lo primero es
conseguir (así sea clandestinamente) un kilo de filete de pescado blanco. Hay
que cortarlo en trocitos cúbicos, como municiones, como parque listo para la
lucha armada. El jugo de 15 limones se vierte sobre el pescado de modo igualitario
en concordancia con nuestra ideología. El resultado se refrigera por
veinticuatro horas. En el ínterin se pueden realizar labores de reconocimiento
y patrullaje. También es buena táctica ir preparando los demás ingredientes
para el ceviche. En la terminología culinaria, táctica es el modo práctico de
llevar a efecto los grandes objetivos estratégicos de la cocina. Para asegurar
el avance, muchas veces se requiere sacrificar horas de sueño. Recuérdese que
la noctunidad es una aliada inmejorable en estos casos.
Prosigamos con
el plan. Se pica finamente, el producto de manos campesinas, a saber: 5
cebollas, una cebolla morada, un manojo de cilantro, tres tomates muy rojos, un
chile jalapeño. Para los de paladar burgués se recomienda agregar rebanadas de
aguacate. Característica fundamental de una guerrilla es la movilidad, por lo
que hay que revolver muy bien todo el conjunto. Se le agregan dos cucharadas de
sal y una pizca de pimienta. Condimentos que deben dosificarse cual si fueran
lo más preciado en la mochila de un soldado.
Para servir,
el ceviche se dispone en forma de columnas, pensando en una gran acometida. Así
se llega al objetivo final: la victoria.