jueves, 22 de enero de 2015
Nunca intentes timarme con un beso (Sylvia Plath)
Nunca intentes timarme con un beso
Fingiendo que las aves no se irán:
Se reirá el moribundo con desprecio.
La piedra un antifaz cordial se ha puesto
Y hay castas junto a Venus la sensual:
Nunca intentes timarme con un beso.
Dice el doctor que es suyo el sufrimiento,
Los pacientes lo dejan perorar;
Se reirá el moribundo con desprecio.
Temen atrofia atléticos solteros,
La solterona llora en el hastial:
Nunca intentes timarme con un beso.
La eterna sierpe, afable, ofrece el cielo
A niños que desean bienestar;
Se reirá el moribundo con desprecio.
Tarde o temprano llega un mal suceso;
Las aves lían fardos y se van.
Nunca intentes timarme con un beso:
Se reirá el moribundo con desprecio.
&
Never try to trick me with a kiss
Pretending that the birds are here to stay;
The dying man will scoff and scorn at this.
A stone can masquerade where no heart is
And virgins rise where lustful Venus lay:
Never try to trick me with a kiss.
Our noble doctor claims the pain is his,
While stricken patients let him have his say;
The dying man will scoff and scorn at this.
Each virile bachelor dreads paralysis,
The old maid in the gable cries all day:
Never try to trick me with a kiss.
The suave eternal serpents promise bliss
To mortal children longing to be gay;
The dying man will scoff and scorn at this.
Sooner or later something goes amiss;
The singing birds pack up and fly away;
So never try to trick me with a kiss:
The dying man will scoff and scorn at this.
Sylvia Plath
Ferdinando el toro
Ferdinando es
un toro gentil y exquisito, casi aristocrático. Repudia el zangoloteo y esos
alardes de machos sudorosos. ¿Para qué tantos topes? ¿Para qué tanto brinco
estando el prado tan parejo? Los demás toros, con fanfarronería, se empeñan en
imponer su frenesí y mostrar la presteza de sus astas. Pero no Ferdinando. Él
es refinado y prefiere el encanto de las flores silvestres. Introspectivo,
parece un buda esperando la iluminación debajo de su alcornoque favorito. Mira
con fijeza el horizonte y de cuando en cuando hace una pausa para aspirar el
aroma de las flores que lo circundan. Le gusta la sutileza de los efluvios
fragantes. Es un sibarita, el Epicuro de la manada. Los demás toros buscan
nombradía, reconocimiento a su bravura y trapío. Pero no Ferdinando.
¿Se imaginan a
Ferdinando en las fiestas de San Fermín? Los demás toros tratarían de embestir
con sus pitones amenazantes a los corredores durante el encierro, soberbios
entre los vítores de la multitud. Pero no Ferdinando. Seguramente permanecería contemplativo
en el corral, tras la valla de su mansedumbre.
Ferdinando es
un cuento de Munro Leaf que Walt Disney llevó a la pantalla mediante una
colorida, exuberante animación. Ganó el Oscar de la Academia como mejor
cortometraje en 1938. Dicen que creadores, dibujantes y guionistas acudieron a
la ceremonia, seducidos por las taurinas galas hollywoodenses. Fueron también a
lucirse a mitad del ruedo tras el paseíllo de la prensa.
Pero no
Ferdinando.
Yo te sigo
Por ser hermosa sin llegar al empalago
por tu nobleza sin alardes de heroína
por tu paciencia sin matiz de conformismo
por compasiva alejada de la lástima
por ser alegre sin llegar a la estridencia
por tu prudencia que no implica cobardía
por tus pasiones que no son meros caprichos
por tu mesura que no es signo de avaricia
por ser virtuosa en lugar de santurrona
por ser tan digna sin caer en lo solemne
yo te sigo
Yantar de Gesta 2 (El Chef Guevara)
Una receta en
verdad revolucionaria. Justo es admitir que se trata de una reelaboración
basada en la destreza culinaria de la mamá de Camilo Cienfuegos, el más grande
combatiente de nuestra (in)gesta heroica: mi toque para un explosivo ceviche de
pescado. Un platillo al alcance del pueblo.
Lo primero es
conseguir (así sea clandestinamente) un kilo de filete de pescado blanco. Hay
que cortarlo en trocitos cúbicos, como municiones, como parque listo para la
lucha armada. El jugo de 15 limones se vierte sobre el pescado de modo igualitario
en concordancia con nuestra ideología. El resultado se refrigera por
veinticuatro horas. En el ínterin se pueden realizar labores de reconocimiento
y patrullaje. También es buena táctica ir preparando los demás ingredientes
para el ceviche. En la terminología culinaria, táctica es el modo práctico de
llevar a efecto los grandes objetivos estratégicos de la cocina. Para asegurar
el avance, muchas veces se requiere sacrificar horas de sueño. Recuérdese que
la noctunidad es una aliada inmejorable en estos casos.
Prosigamos con
el plan. Se pica finamente, el producto de manos campesinas, a saber: 5
cebollas, una cebolla morada, un manojo de cilantro, tres tomates muy rojos, un
chile jalapeño. Para los de paladar burgués se recomienda agregar rebanadas de
aguacate. Característica fundamental de una guerrilla es la movilidad, por lo
que hay que revolver muy bien todo el conjunto. Se le agregan dos cucharadas de
sal y una pizca de pimienta. Condimentos que deben dosificarse cual si fueran
lo más preciado en la mochila de un soldado.
Para servir,
el ceviche se dispone en forma de columnas, pensando en una gran acometida. Así
se llega al objetivo final: la victoria.
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miércoles, 21 de enero de 2015
Noche (villanela casi canción de cuna)
Está la noche quieta en mi ventana
Y no se piensa mover hasta mañana
Lola Quiroga
Está la noche quieta en mi ventana,
como una centinela bienhechora
y no piensa moverse hasta mañana.
Me brinda confidencias y se afana
diciéndome misterios que atesora:
está la noche quieta en mi ventana.
Una estrella fugaz, cual filigrana,
me mira, hace una pausa, se demora
y no piensa moverse hasta mañana.
Soliviantando mi médula asturiana,
como una institutriz o mi tutora
está la noche quieta en mi ventana.
La noche, no por fatua, se engalana:
viene a verme modosa y soñadora
y no piensa moverse hasta mañana.
Con carita de negra porcelana,
me asegura que soy como una aurora:
está la noche quieta en mi ventana
y no piensa moverse hasta mañana.
Nínfula (Alice Liddell)
Soy ninfa con crinolina
que no contesta tus cartas,
fuego del que no te apartas:
quien con besos te adoctrina.
Boca meliflua y salina
con que tus pómulos mido.
Eres mi fiel prometido
y a mis brazos te encomiendo.
Obedezca, Reverendo.
No soy un fruto prohibido.
Merolico
Gentiles damas
y nobles caballeros: no padezcan más. Les ofrezco a un módico precio el mejor
reconstituyente del mundo. Un elíxir maravilloso que no tiene parangón: lo cura
todo. En estos humildes frasquitos está contenida la fórmula milagrosa
desarrollada por mí siguiendo los sabios consejos de los brahamanes de Punyab. Esta
pócima sacó de su postración melancólica a la bella princesa Gayatri tras
infructuosos intentos de los médicos de su corte. Un bebedizo fenomenal que alivia
no sólo las miserias corporales, sino también las del corazón y el alma. No es
un vulgar jarabe que engatusa al organismo; no. Cura la diabetes, la
hipertensión, las muelas cariadas, mordeduras de serpientes, la impotencia, infecciones
bronquiales, la anorexia, la obesidad, el hipo, el insomnio, la neurastenia, el
reumatismo y cualquier tipo de parálisis. Erradica parásitos, flatulencias, la
facundia filosófica, las ínfulas literarias, las aspiraciones de vanas glorias
deportivas, inquietudes ecológicas, los afanes de salvar a la humanidad.
Sosiega las cuitas amorosas, la pena negra, la nostalgia, la frustración. Atenúa
el lastre de las ilusiones. Fortifica la autoestima, hace crecer el cabello,
elimina las arrugas, remueve de la ropa las manchas más difíciles. Su fragancia
es un potente afrodisíaco que decuplica los orgasmos. Infunde vigor espiritual,
es un excelente aditivo que hace rendir en un 200% el combustible de su
automóvil y ahuyenta a cualquier tipo de virus de su computadora.
Puede usarse como
insecticida e ingerido en dosis adecuadas (óptimas) produce una sutil
embriaguez que predispone a las confidencias con la propia sombra como si fuera
compañera de celda. Lleven consigo esta maravilla que no tiene fecha de
caducidad a un precio ridículo. No se amontonen. Hagan fila.
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