miércoles, 3 de agosto de 2016

Casa


Debe haber un maldito sitio
con un cielo y una casa mía
(Gianluca Grignani)

Tal vez no se comprenda,
pero clavo mis uñas en sus paredes
y hasta muerdo sus labios de febril sillar.
Tal vez no se comprenda
pero escapé de la ciudad y de la náusea.
Tal vez no se comprenda
pero me incorporo antes del amanecer
para escuchar el líquido tintineo
de las monedas solares.
Ahora tengo víboras, coyotes y jabalíes
muy aristocráticos que me saludan
en los silencios de la tarde.
Perdónenme si pueden
la altanería pero...
es mi casa.
Yo la hice.
Tal vez no se comprenda.

jueves, 30 de junio de 2016

Los rarillos




Los rarillos somos difusos, neblinosos. Somos besadores insaciables de fantasmas. No caben nuestros deseos en la galaxia. Nos gustan los pieses'n bonitos y las noches lentas. Inventamos extraños ritos que nadie entiende. Los rarillos nos masturbamos como si fuera una eucaristía que provoca respeto. Nos quitan el agua y nos convertimos en cataratas de rocío. Sabemos que mienten quienes dicen que los labios son poco luminosos. Los rarillos nos encarnizamos con las palabras más bellas. Los rarillos, aunque se repitan las secuencias, nunca cumplimos años. Tenemos un puesto en el mercado para ofrecer magnos olores nada rancios de romances idos. Los rarillos llamamos al ser amado con diferentes nombres.
Los rarillos nos reímos de los que dicen que cada quien labra su destino.
Los rarillos somos muy rarillos...

Y no 'stamos güenos.

jueves, 14 de abril de 2016

Galletas de la fortuna



Por: Yalo Tsé

º Todo mundo cree saber cómo debe ser un ser humano.
 
º Ese narcisismo tuyo tan arraigado que tus labios besan en sentido contrario.
 
º No te des por vencido a la primera dificultad. Hazlo antes.

º Es retrógrado y nulo tener un ideal: la moda es tener actitud. Ya no importa el ser sino la personalidad, la envoltura.
 
º ¿Más falso que una moneda con dos caras? Más falso que una frase de amor en un burdel.
 
º Somos expertos en inventarnos deberes fatigosos, superfluos y equívocos; de nulo provecho para nosotros y para el prójimo.
 
º Es la hora de frotar esa desgarradura espumosa y de la rencorosa añoranza por aquello que la causó.
 
º Ingéniatelas para que tu conducta sea más importante que tus creencias.
 
º Para aprender sobre la estupidez hay que procurar observarse uno mismo con mucho detenimiento.

º De nada sirve arrancar el dolor; queda una oquedad carroñera y fétida, y para colmo nada liviana.
 
º Debes ser realista: hazle caso a tu amiguito imaginario.
 
º Nunca confiar en alguien que preconiza: "Las cosas pasan por algo".
 
º En cada época, toda generación piensa que es crucial su intervención en el devenir de la humanidad.
 
º Es más frecuente el no cambiar de opinión o punto de vista por pereza que por orgullo.

º Aléjate de esos seres con optimismo inoxidable.
 
º No te esmeres tanto en encontrarte a ti mismo. Te puedes llevar una gran decepción.
 
º Renegar de nuestros vicios y defectos; repudiarlos y zaherirlos para después recapacitar, echarlos de menos, implorarles perdón y pedir la reconciliación.




martes, 23 de febrero de 2016

Reporte meteorológico




Tu desamor me llega por el norte,
cruza un gran nubarrón por mi esperanza
y mientras complemento este reporte
vientos de soledad en lontananza
afectan mi barómetro: Hay vacío.
Mi imagen por satélite presenta
un mapa de pronóstico sombrío
y signos de una etapa turbulenta.
Una banda espiral de sensaciones
se registra con rayos en mi centro,
con predominio de altas depresiones
y aludes de negrura cuerpo adentro.
Descenso abrupto de temperatura:
los radares confirman la ruptura.

viernes, 5 de febrero de 2016

Exposición de un coleccionista 4 (Nada)


Ad Reinhardt


A mediados del siglo pasado los artistas plásticos emprendieron la búsqueda de un cero pictórico, visual. Pasaron de la policromía a la monocromía (más bien, monotonía). Una especie de parodia o historieta de la energía oscura. No sabemos si era un intento de reproducir el mundo, un estado de la mente o del hígado. Tal vez un reflejo de un vacío existencial o una manifestación del espectro ordinario de posturas sexuales.
Fue una corriente (quizá debamos decir artificio o chiste) que se autodenominó ná de ná. Una técnica (¡qué risa!) para crear la ausencia de imágenes de manera tridimensional. La tela pasaba a ser una mera pantalla para timar al ojo con objetos que tampoco existen. Todo ello siempre desde la perspectiva del espectador imaginario.
Durante el Renacimiento, las probabilidades de encontrarse con una obra así eran de casi cero, ahora se han elevado a 99.999%. Hay que tener mucho talento para entender la sutileza y profundidad de la idea que la pintura trata de captar. Es algo así como llenar un hueco con otro hueco. Una noción imponente aunque mal asimilada. Una expresión del cero absoluto donde la temperatura se detiene.
Cuadro provocador donde los haya —ya en plan místico— cuyo peligro mayor es la tentación de las irónicas paradojas. Lo que es sacrilegio para el místico es una inofensiva humorada para el pintor. Un barril sin fondo para la pirotecnia filosófica.
Esta corriente podemos llamarla arte abstracto porque el pintor se abstrae tanto que se olvida de pintar. Una estética que apuesta por el alejamiento de los objetos; a una distancia tal que no se ven.
Obviamente el cuadro no lleva firma.

jueves, 4 de febrero de 2016

Magnate onírico


Ella me llama embustero porque asegura que mis sueños son inventados. Y es cierto; al menos en un alto porcentaje. Fuera de algunas pesadillas recurrentes en que me veo perseguido por tornados, casi todas mis experiencias oníricas son imaginación pura y no fijaciones de mi subconsciente.
De modo que ella me echa en cara mis patrañas aunque sean elaboradas en su homenaje. Secuencias de imágenes en donde ella es la protagonista, la bienamada. Pero es inútil. Cada vez que le narro uno de mis sueños inventados pone su clásica sonrisita ladeada y a la vez garbosa cuyo significado es: "No te creo nada". Tal proceder me lastima porque yo pongo mucho esmero en mis fantasiosas producciones. No he logrado convencerla de que durante esos trances, mis pensamientos, mis sensaciones y cualquier manifestación corporal, son de una magnitud equiparable a la realidad.
Como heroína de todos mis ensueños tengo que conseguirle excelentes maquillistas, asistentes, el mejor vestuario, las locaciones más arrobadoras, los camarógrafos de mayor fama.
Incluso he lanzado costosísimas campañas de publicidad ideadas por expertos en mercadotecnia quienes distribuyen su imagen en el metro, en los taxis, en portadas de revistas. Se fabrican perfumes y cosméticos con su nombre y hasta ropa con su firma. En el súmmum de mi idolatría he llegado a pagar para que interrumpan la cotización de la bolsa de valores en las pizarras luminosas de Wall Street con tal de que aparezca su nombre.
Todo en vano. Ella no se conmueve siendo la estrella de mis sueños apócrifos. Sobra decir que la trama en ellos es siempre la misma: el amor. Ella, la inalcanzable, la desdeñosa, la diosa con un séquito de enamorados. Yo, el hombrecillo gris, el ninguneado, el insignificante.
En ocasiones ni siquiera tenemos parlamento. Todo se reduce a miradas, gestos, escenas de una calculada lentitud que son un verdadero despliegue estético. No niego que es un trabajo muy placentero pero a la vez arduo ya que tengo que editar mis sueños para que queden a mi entera satisfacción. A veces debo mantener los ojos cerrados durante horas en una especie de meticulosa vigilia.
Pese a todo siento orgullo porque gracias a mi imaginación ella se ha convertido en una primera figura.
Ayer le conté el sueño donde se estrenaba la última y más fastuosa producción. Todo un éxito. Ella feliz firmando autógrafos; admirada y envidiada. Yo convertido en un realizador genial y creativo, dueño de todo un emporio de la industria onírica. Un magnate. Ella y yo hacemos una glamorosa pareja cuando etéreos caminamos sobre la alfombra roja.

miércoles, 27 de enero de 2016

Vericuentos 14 (Gutenberg)



De entrada lo confundí con un vendedor de biblias de puerta en puerta. No me inspiró confianza: estaba pálido como un papel. Su aspecto me parecía conocido, lo tenía bien grabado, alguien turbiamente popular; un personaje con mala prensa. Una caricaturesca copia de los distribuidores de La Atalaya
Aunque su cara no era lo que se dice, un libro abierto, deduje que su carácter era el de un tipo móvil, voluble. De él emanaba un olor a metal caliente, a hierro fundido. Un individuo de cierto volumen con ropas flojas y raídas, como desencuadernado. Hombre mayúsculo de viejo cuño con gestos minúsculos y una presencia del todo inédita. Tal fue mi primera impresión.
Me extendió un pliego que contenía muchas erratas señalando con el índice unas letras góticas. Algo no encajaba en el molde. Meneé la cabeza para dar a entender que no tenía tiempo pero el sujeto no quitaba el dedo del renglón. Por supuesto, obtener dinero era su tirada. Insistió en que leyera una cláusula acerca de patentes y regalías. "No invente", repliqué un poco iracundo pero en aras de la ecuanimidad corregí mi estilo.
La falta de aplomo suele dejar amplios márgenes para la impertinencia, así que como colofón lo despedí con un portazo. Creo que estuve ejemplar. Yo no me ando con medias tintas.