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viernes, 13 de mayo de 2011

Betsabé

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No tengas miedo, David, será fácil y nada comprometedor. Urías no tiene un gramo de resistencia física, y seguramente, no durará mucho tiempo. Además es torpe y ante tantos peligros estará indefenso. Recuerda tu promesa. Juraste ser capaz de cualquier cosa con tal de verme libre. ¿Has olvidado tus palabras cuando me viste salir desnuda después de mi baño de sales?: “Santo Dios, apártame de este fuego”, te escuché vociferar. Incluso babeaste enfrente de mi desdichado esposo, quien como siempre no me advirtió de la presencia de visitas. Tú eres su jefe y puedes asignarle cualquier tarea. Lo tomará como un ascenso. El mentecato no ha hecho más que urdir horóscopos sin mirar las estrellas, y consignar los eventos frívolos de la aristocracia. ¿Cómo habré de persuadirte David?, ¿Olvidas que aguardo un hijo tuyo? No existe ningún riesgo. A Urías le fingirás confianza diciéndole que tomando en cuenta sus manifiestas aptitudes, será a la vez responsable de la crónica y las imágenes. Aceptará gracias a sus absurdas pretensiones heroicas. Tan sólo imagino la escena y ya siento un delicioso y malévolo escalofrío. Lo veo saltando de un lugar a otro, aturdido y lleno de espanto; tiesos los pelos y blanquecinos los labios, arrastrándose a través de la ciénaga, pensando vanamente en regresar a casa con las fotografías y reportajes para tu revista que lo cubrirán de gloria, sitiado en medio de lo más brutal del combate, para finalmente caer barrido a causa de una terrible detonación o una tupida ráfaga de metralla. ¿No encuentras exaltante el cuadro que describo? Ello significa librarnos de la aborrecible presencia de Urías. Sólo así será posible abandonarnos a nuestros intrépidos apareamientos y nos olvidaríamos para siempre de sus degradantes fisgoneos.

Bestiario Mi Hito Lógico (El Bihomo)

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(Dibujo: María Ester Guzmán Galán)
El Bihomo es un ser exótico, una especie con cuerpo de hombre y cabeza de hombre, pero con el trasero en la parte delantera.
Ovidio, es su opúsculo retórico "Diez tips para saber si tu cita terminará en la cama", hace referencia a su forma elegante de caminar. Según una leyenda de los indios lipanes, el encuentro con un Bihomo es de buen agüero. Pero cuidado: hace burbujitas de saliva. Cuando un Bihomo estornuda frente a una mujer, su saliva deja en el rostro manchas indelebles pero puede decirse que son pecas inofensivas.
Una de las ventajas de su singular anatomía es que puede detectar sus flatulencias antes que nadie y así, dar señal de alarma a las personas que se encuentren en su zona de influencia. Cortesía que no suele prodigar.

viernes, 22 de abril de 2011

Hieros Gamos

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Mientras llega el ocaso y los pescadores vuelven a lanzar sus redes, yo te aguardo, asumiendo la misma postura con que solía escucharte. El jardinero está dormido. El huerto huele a palabras que no dijiste. Esperaré sin tiempo. Mi fidelidad fue profetizada por un fulgor andrógino. He abandonado la lectura de los viejos pergaminos. Carne, espíritu e intelecto son las semillas de mis visiones. Soy la mensajera de tus acólitos perdidos. Plenitud de plenitudes.
Tras cumplir con el mandato de ser fructíferos, ¿nunca más volveré a tocarte? Quiero ungirte con bálsamo de nardos. Mi piel huele a ti, he aquí mi atavío. Mi alma va en pos de ti, allá es mi guarida. Mi mente está en ti, he ahí mi tesoro. Fe recibe, Amor da. Yo te espero. No temo. No pienso llorar como una magdalena. ¿Por qué lavar con lágrimas los pies de quien no ha de ensuciarse?

miércoles, 2 de febrero de 2011

Año de Gracia 1961



Time Magazine Cover 3/feb/1961

Año de Gracia 1961
En Berlín levantan un muro
Una Marilyn sin medias
y sollozante visita al siquiatra
Jacques Brel se agiganta con sus canciones
en el Olympia de París
mientras Edith Piaf cae fulminada
ante sus interpretaciones

Cantinflas conquista Hollywood
con argot mexicano de carpa de barriada
Bob Dylan graba su primer álbum
en dos parpadeos imitando
a los patos del Central Park
Adolf Eichmann es condenado
a la horca por atroces crímenes nazis
Los rusos mandan un hombre al espacio
y lo traen de vuelta
con el estómago lleno de burbujas siderales
Pete Best tiene sus días contados
como baterista de los Beatles
La muchachas bailan el twist
en la fuente de sodas
con la falda hasta el huesito
El ofendido gobierno de los Estados Unidos
rompe relaciones con Cuba
Nace mi primer amor: Nadia Comaneci
Juan Verdaguer debuta
en el canal 13 de Buenos Aires
Biedma, Goytisolo y Barral
fundan La Gauche Divine
West Side Story gana un oscar
como mejor película
El presidente de Egipto Gamal Abdel Nasser
confisca las propiedades de los acaudalados
El Che Guevara y Fidel Castro
juegan una partida de golf
Chile vence a Perú en juego
amistoso de futbol 5-2
Franco censura Viridiana de Buñuel
El gobernador de Tennessee
proclama el día Elvis Presley
Doblan las campanas por Hemingway
tras dispararse con una escopeta en la cabeza
Es asesinado el presidente
de República Dominicana
después de 31 años en el poder
-de paso nace el merengue-
Principia la cultura hacker
tal como hoy la conocemos
Muere Superman por primera vez
en su historieta a causa de la kryptonita
Elizabeth II visita la India
Life Magazine Cover 3/Feb/1961

García Márquez no tiene quien le escriba
El Coronel no tiene quien le escriba
y lo hace él mismo
De España Ha llegado un ángel
de cabellera solar llamado Marisol
Martin Luther King es huésped
de la cárcel estatal de Georgia
Japón se inunda en agua negra
al llegar la Coca-Cola

Aparece el anticonceptivo...
demasiado tarde para Elsa Ramos García
quien llega sudorosa una fría mañana de febrero
a la clínica del seguro social
para entrar a trabajo de parto y convertirse
en mi madre



3/Feb/ 1961 USA Top Song
Will You Still Love Me Tomorrow
By: Carole King & Gerry Goffin

Featuring: Ronald Reagan, Lassie, Princess Grace, Babe Ruth, Superman, Marilyn, Elvis, Nixon, John F. Kennedy, Rock Hudson, Bob Hope and others

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Diario Apócrifo de Mata Hari

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Sé que es una afición torcida pero, me resulta fortificante porque requiere de dos atributos que taso muy alto: sofisticación y temperamento. Sólo me limito a poner en práctica la irrebatible superioridad femenina en materia de concupiscencia. Por otra parte, ellos, aunque pretendan negarlo, disfrutan el papel de criaturas sometidas. Es su auténtica esencia. Son los ejemplares de nulo intelecto los que patalean, los que rezongan ante esta condición. Su odio estriba en no poder tenerlas a todas.

Empíricamente he logrado descifrar algunos inquietantes matices de la forma de ser masculina. Su enigmática inclinación por los placeres excéntricos. Mencionaré algunas evidencias.
Nótese el impacto que provoca el tomar con ambas manos, frente a frente, a un varón por la cintura. No con palmas tímidas o cómplices, sino con una sutil sacudida y un apretoncito (valiéndose de las uñas en su caso) que transmita una actitud de señorío, como quien apuntala una bandera diciendo “estos son mis territorios”. La presa se sentirá enseguida turbada e incapaz de saber qué hacer. Dubitativamente hará intentos de responder a la embestida colocando aquí y allá sus brazos para terminar como un colegial en posición firme. Y es que tomar a un señor por la cintura implica vulnerar su continente medio, el sitio donde atesoran sensuales evocaciones de la infancia, mujeres imaginarias, a veces caricias tristes de forzados adioses. Los que tienen diablo guardián suelen mostrar marcada predilección por esta parcela donde esconden deshonestos perfumes y estrepitosos besos.



lunes, 1 de noviembre de 2010

La Carpa

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Casi todos los hombres enfrentamos alguna vez un momento crucial en el que tenemos la certidumbre de haber dejado escapar a la mujer destinada. Una vivencia mágica e irrepetible. Un instante en el cual toda nuestra osadía hace mutis y nos mostramos pusilánimes. Es una noción de pérdida que no se olvida. Un perenne reproche que nos hacemos y cuyo lastre llevamos con vergüenza. Puede ser una cara sonriente en un autobús, unos ojos enigmáticos en la taquilla del cine, o un roce fortuito con una dama fragante en un ascensor. Tal vez una muchacha que nos ofrece ruborizadas disculpas por habernos arrollado con su bicicleta.

A veces la prueba de la existencia de la Divinidad toma la forma de un encuentro que calificamos de sobrenatural, cuando sólo se trata de una desconocida asomando por una ventana. Sea cual fuere la composición de lugar a la hora del portento, nuestra injustificable pasividad o falta de elocuencia figurará como una mancha negra en nuestro expediente sentimental, en nuestra íntima hoja de servicios al gremio mujeril.
Yo viví tal sortilegio hace ya algunos lustros, cuando era un solitario propenso a las flechas de Cupido. Una tarde de domingo cualquiera que parecía interminable, me interné en una pringosa carpa de variedades en cuya entrada un merolico anunciaba a través de un cono de cartón, al mejor acróbata del mundo, al hombre de goma capaz de las más intrincadas contorsiones, al prestidigitador de las manos milagrosas, al ventrílocuo de estáticos labios, perros amaestrados y otras maravillas durante una tanda de diversión garantizada. El boleto me daba derecho también a participar en una tómbola cuyo premio era nada más y nada menos que una estatuilla en yeso de Cantinflas. ¿Era posible?
Ocupé con calma y sin mucho entusiasmo un lugar en la primera fila de butacas. El cortinaje era de un color verde grosero y las luces se alzaban sostenidas por una precaria tramoya de sogas y maderas. El mismo merolico de la entrada hacía las veces de maestro de ceremonias manipulando un bastón con cierto aire de capataz. La función comenzó con unos perros pekineses cuya especialidad eran las cabriolas y brincos a través de aros de metal a diferente altura. Los respetables concurrentes fuimos benévolos con la ovación más por piedad que por encomio, pero no tuvimos más remedio que abuchear al faquir cuyo desempeño era todo un fraude. Siguió un payaso en monociclo cuyos balanceos y conatos de desplome sólo me brindaron sobresalto, al grado de sentir que mi frente transpiraba cuando concluyó su actuación. La rutina del malabarista haciendo volar pinos de boliche me entretuvo mucho menos y estuve a punto de poner fin a mi papel de espectador contrito saliendo a toda prisa antes de otro número, cuando el merolico tuvo la ocurrencia de dirigírseme con ejercitado tono de persuasión para que participara como voluntario en el acto siguiente. Presintiendo que estaba a punto de agregar un nuevo fiasco a mi ya larga cadena de ridículos, decliné lo más cortésmente que pude logrando con ello nada más que avivar la persistencia del instigador, viéndolo bajar del entablado para conducirme del brazo, pese a mi renuencia, hasta el foro donde ya se hacían los preparativos para continuar con el programa. Mis nervios me impidieron escuchar atentamente las palabras de presentación. Unos insípidos aplausos anticiparon irreverentemente la próxima comparecencia. Fue entonces cuando puso pie en el escenario quien en ese momento parecía designada a ser un pilar en mi mitología femenina personal. La representación más fiel de mis aspiraciones como enamorado remiso. Era un semblante lleno de beatitud, una cara hermosa de ojos ambarinos que al verme me provocó inquietantes sudoraciones de variadas temperaturas. Provisionalmente todo fue eterno: su categórica sonrisa, su brillante cabello a contraluz, sus pómulos apetitosos y pícaros. Me tomó de la muñeca para llevarme a la parte más iluminada, y sentí a través de sus dedos una corriente bienhechora recorriéndome hasta el hombro. Me sentía ingrávido y maleable. No pude proferir sonido alguno cuando preguntó mi nombre. Mis labios temblaban como queriendo balbucir, mas sólo logré causarle risa con mi catatonia, circunstancia que me hizo desear urgentemente arrancarme el corazón, la boca, los ojos o cualquier parte del cuerpo con prestigio romántico que pudiera poner bajo sus pies en señal de sometimiento. Una confidencial ceremonia de entronización tuvo lugar en lo más granado de mi ser.
Del arrebato pasé a la extrañeza cuando mi heroína, dirigiéndose al público con una inflexión entre coqueta y ladina, alabó mi intrepidez y caballerosidad. Después extrajo de su cintura una pañoleta negra y al acercárseme, con un ademán reflejo interrumpí su intención de vendarme los ojos. Me juzgué un mentecato al verla pestañear como contrariada con un mohín de recelo que aún me duele evocar. Aduciendo que era lo usual para efectuar el número pero que no tenía inconveniente en hacerlo según mi preferencia, me pidió acomodarme junto a un enorme tablón lleno de perforaciones dispuesto verticalmente en un extremo del foro y circundado con globos rojos. Sólo entonces las cosas comenzaron a encontrar acomodo en mi cabeza previniéndome del papel que estaba a punto de protagonizar, sobre todo al ver a un asistente irrumpir con un encandilante juego de puñales
No lo pensé más. Lleno de consternación huí del proscenio con un brinco botarate cayendo sobre una butaca vacía, para después salir lanzado como roca de catapulta dejando atrás a mi dama, al público y la carpa en medio de la rechifla general. Me amilané como los machos negándome a atender el llamado del destino y no permití que me atravesara el corazón una lanzacuchillos por muy hermosa que fuera.

viernes, 1 de octubre de 2010

Terror matinal


Y luego tu recatada voz se refleja en un espejo de lágrimas convertiéndose en mi sepulcro. Ruinosos bebederos me acompañan conmoviéndome con su noción acerca del olvido. Enciendo un quinqué para protejerme del tiempo como quien mastica espuma, pero me araña los labios tu recuerdo. Crujen los perfumes y un anónimo suspiro cruza el jardín con indiferencia. No tengo más remedio que envolver al aire con desfallecidas cáscaras de besos para darle tu silueta: mórbido tapiz. Te incrusto en mi costilla y así queda anulado para siempre nuestro vínculo. Insípidas emociones me devastan. Después me siento sobre un yelmo que no hace más que distraer a mi sombra. Siento frío en el cabello, como si rígidas y oscuras flamas me rascaran la memoria. Un muro me asedia tenazmente impidiéndome ver cómo devoro un capullo emponzoñado. Entre claroscuros y destellos, entre marasmo y reciedumbre, busco una entrada para salir. Y así me ocurre siempre durante el rosicler del alba, como lo escuchas, dulce bien mío.
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Vericuentos (Elementary, my dear Watson)


Tras contados segundos de penumbra se reinstauró la luz en el salón, hallándose a la anfitriona de la casa apuñalada por la espalda. Fue unánime la sospecha de que el lector era el único culpable.

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viernes, 27 de agosto de 2010

Fórmula para amar a dos hombres a la vez

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Cuando estés con él también desea al otro. Que éste te subyugue y a aquél sométete. Dile a uno bello pero al otro primoroso. A aquél llévalo en la sangre y al otro junto al pecho. Suspira por el ausente y vibra con el que está. Sé verduga de éste y con aquél no tengas clemencia. Siembra incertidumbre en la cabeza del confiado e infecta de celos el corazón del que no duda. Ante uno vístete de incendio y detrás del otro lleva quemantes ornamentos. Debajo de la mesa enlaza tus dedos con este que se alimenta mientras con el pie acaricias el empeine de aquel que dialoga. Lleva tatuados los besos de uno en la cintura y los del otro hazlos tintinear en tus caderas. Envenena a aquél con tu saliva y a éste corrómpelo. Engaña a uno y sé traidora del otro. Unta en tus tobillos la pulpa de varón del más contiguo y frota tus muñecas con el polen del más lejano. Frente a éste luce pálida y junto a aquél languidece. Sé quebranto de uno y enfermedad del otro. Piérdetele al que te sigue y esquiva al que te encuentras.

Que no se entere tu mano diestra de lo que hace tu siniestra.

martes, 17 de agosto de 2010

Coba Nasal

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Soñé, Amiga, que frente a todos acariciabas suavemente con dos dedos mi nariz. Con morosidad y hasta con cariño para luego hacerle un torniquete. Quedé intrigado unos instantes: la ocurrencia de un acto así en un lugar público fue algo tan inesperado como exótico. Todos nos miraron con reacciones de lo más diversas, tus conocidos desde luego en plan de burla. Aunque parezca absurdo tuve una ilusión dentro del sueño: creí que era tu forma de demostrarme que finalmente me aceptabas tal y como soy: un engendro narigón. Al despertar seguí pensando lo mismo. Ay, Amiga, ¿era posible que por fin llegaras a sentir ternura por este cartílago titán, por esta protuberancia que hubiera sido la diatriba de un Cyrano por fin desagraviado? El sueño reverberaba en mí con todas sus sensaciones y hasta tu perfume persistía, cosa rara, tomando en cuenta que ésta, mi energúmena olfativa suele consumir y no dejar ni pizca de cualquier esencia tuya. Tú misma asegurabas, Amiga, que esta napia de elefante era un peligro al aspirar un frasco perfumado porque extinguía el contenido en un segundo. Por supuesto siempre he creído que esas frases son una forma especial y oblicua de manifestar tu simpatía por mí, de alegrarme con tu ingenio. No paro de reír cuando dices que el peso de mi trompa me hace perder el equilibrio, o que con un leve estornudito puedo provocar una borrasca. Creo intuir una dulce emoción reprimida detrás de tus palabras guasonas. Se nota que te conmueves cuando entre tus allegados te refieres a mí como la meganariz hipermoquera, la escuadra de medir el infinito.
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jueves, 22 de julio de 2010

Ensayo Dactilar

El pulgar es un dedo solemne. Por algo los emperadores romanos lo utilizaban para emitir su veredicto al momento de decidir la suerte de los gladiadores vencidos. Incluso las mujeres, hoy en día, a veces se valen de su contundente aspecto para desahuciar a sus enamorados. Hacia arriba: el indulto, la aprobación, la buenaventura. Hacia abajo: el infierno, la inmisericordia, la destitución. Es el dedo más autónomo y, a la vez, el alma unificadora del grupo. Es el soporte, el conciliador; se lleva bien con todos.
Su obesidad es engañosa. Si se lo propone puede ser ágil y juguetón: las canicas le fascinan. De todos modos hacemos bien al tratarlo con respeto: los pactos con el diablo llevan su firma, y el día de mañana, cuando Dios decida aplastarnos, seguramente lo hará con un pulgar.

El índice es de otro temple. Es el curioso, el indiscreto. Se mete en dificultades continuamente a causa del irresistible encantamiento que le provoca la oquedad. Fanfarronea a toda hora y se empeña en conseguir el liderazgo. Él es quien elige sitios, rutas, personas. Asigna cometidos y dirige esfuerzos. Acusa y recrimina. Calumnia.
Debemos reconocer no obstante su valentía, pues a menudo le tocan faenas peligrosas. Verifica temperaturas, aristas, consistencias. Hurga y rasca desconocidas cortezas y caprichosas superficies.
Es toda una contradicción el que siendo un alborotador innato, sea él precisamente quien se estire adusto junto a los labios para imponer silencio.

El dedo cordial es un tanto misterioso. Larguirucho y circunspecto, parece poco proclive a la frivolidad y a las cosas mundanas. Es el aristócrata de la camarilla. Con indiferencia acepta salvar a los demás en los momentos críticos cuando alcanza lo que sus compañeros no pueden. Sus frotamientos son tersos y reconfortantes. Sin embrago, si se le acorrala o se le hostiga, soslaya protocolos y amaneramientos haciendo gala de una procacidad que ruboriza, al adoptar posturas abiertamente injuriosas o al arrojar proyectiles como una catapulta.

El anular no ostenta afanes protagónicos. Es huidizo y pachorrudo. Sólo si se le llama acude, si se le acaricia corresponde. Sobrelleva estoicamente la intromisión de las alhajas. Aunque esplendorosas, no dejan de resultar un lastre. No le hacen falta atavíos semejantes para sentirse apreciado.

El meñique es definitivamente el más sentimental de todos. Aunque le pese, su complexión de poeta tísico lo ha convertido en símbolo de la ternura. No fue hecho para las labores ásperas, lo cual no implica necesariamente que sea un pusilánime, lo corrobora la hazaña de resistir todo el peso de los demás, cuando un ataque de furia hace gestar un puñetazo sobre una mesa y a nuestro amigo le toca amortiguar el impacto. Injustamente se le considera un menor de edad o un subdesarrollado. Más bien es un melancólico risueño. Por su gentileza acostumbra emprender misiones muy sutiles, como apartar las pestañas sueltas de los rostros, secar lágrimas furtivas, iniciar subrepticiamente lances amorosos.

Ya vistos en conjunto, estos cinco soldaditos son la parte más elocuente de nuestro cuerpo. Bien sea a base de códigos o de gestos espontáneos, logran transmtir, incluso involuntariamente, la mutabilidad de nuestra naturaleza. Ellos son la herramienta primigenia, la caricia inmarcesible, el arma más antigua. Son el principal indicador anímico. Si entristecemos, languidecen como medias arrumbadas. Si el pavor nos toma por asalto, se crispan como el espinazo de un felino. Si estamos felices, cantan, bailan y parlotean como colegialas en un día de campo. Y suplican y reclaman y se mofan. Por algo dicen que nuestro corazón guarda magnitud con nuestro puño cerrado.


sábado, 26 de junio de 2010

Cibernética

Nuestro más reciente modelo es una palpable muestra de avanzada tecnología. Tenemos morenos y rubios en dimensiones que van desde la menudez hasta la corpulencia. El fruto de arduas investigaciones ha hecho posible el desarrollo de un ingenioso mecanismo que permite programar sus facultades amatorias. Atrás quedaron lo eyaculadores anticipados, los impotentes, los monorgásmicos, en fin; las criaturas de bajo rendimiento. Algo sin duda portentoso, es cuando el nivel calorífico de estos cuerpos artificiales se altera sensiblemente dependiendo de su cercanía.
Hemos conseguido erradicar esa aspereza de los labios que presentaban los diseños de las versiones anteriores. Son casi inaudibles los rechinidos que provocan las partes metálicas internas y la fricción de los alambres.
Una diferencia importante con respecto al imperfecto modelo del cual se deriva, es la incorporación de un diminuto adminículo instalado subrepticiamente junto a las regiones pudendas, el cual despide delicadas e invitantes esencias, sustituyendo así ese insultante tufillo a excreción rancia que caracteriza a los varones.
Según su gusto, usted elige el color de ojos que le conmueva más, con expresión risueña o triste. Si lo prefiere, puede elegir un rictus de ingenuidad, bonhomía o cinismo. Usted sabrá. De cualquier manera, de fábrica fue dotado ya con gestos y ademanes almacenados en memoria. Resultan por demás convincentes sus expresiones de ternura.
Se recomienda estudiar bien el instructivo antes de perfilar el carácter de su producto, ya que una vez activado no puede modificarse. El mantenimiento es mínimo, sólo tiene que consultar los diagramas. Bajo condiciones normales de uso puede durar más de cien años.
La garantía es vitalicia y cubre cualquier desperfecto, incluso los derivados de prácticas de apareamiento desmedidas. Si alguna falla se presenta, como servicio adicional, nosotros le enviamos un espécimen interino de carne y hueso, que aunque no le brindará las mismas delicias, le puede distraer mientras efectuamos las reparaciones de su máquina, misma que le entregaremos debidamente lubricada y calibrada. Sobra decir que siendo consistentes con nuestra filosofía de armonizar con la naturaleza, todo el material empleado en su manufactura es reciclable.